Syed Saleem Shahzad
Asia Times Online
En medio de un creciente furor en Gran Bretaña por las muertes en los últimos días de ocho soldados británicos en Afganistán, la iniciativa de buscar el diálogo con los talibanes al nivel superior de su dirección está ganando fuerza.
El líder talibán Mullah Omar es ahora el centro de la atención. Se informa que los militares paquistaníes dicen que está dispuesto a actuar como intermediario para ayudar al gobierno del presidente de EE.UU. Barack Obama en una “nueva propuesta diplomática para encontrar un fin al prolongado conflicto” en Afganistán.
Sin embargo, no se cree que Mullah Omar esté de humor para conversaciones. Durante los últimos meses, ha consolidado su control sobre varios grupos de resistencia, dispersos pero poderosos, en todo Afganistán y en las áreas tribales de Pakistán. Su objetivo en última instancia, como lo ha sido desde que los talibanes fueron derrocados en la invasión de 2001 dirigida por EE.UU., es la victoria militar contra las fuerzas extranjeras.
En la provincia Helmand en Afganistán, el principal teatro de la ‘oleada’ de la OTAN, 15 soldados británicos fueron muertos en los primeros 11 días de julio – incluidos ocho muertos en 24 horas el viernes – llevando la cantidad de bajas mortales de los británicos en el país desde octubre de 2001 a 184, cinco más que las vidas perdidas por las fuerzas británicas en Iraq. En la mayoría de los casos, las muertes han sido el resultado de artefactos explosivos improvisados y de bombas a control remoto, en lugar de ataques de la guerrilla.
Las bajas británicas han provocado una discusión política sobre el futuro del papel de Gran Bretaña en Afganistán. Liam Fox, secretario de defensa del gabinete fantasma, dijo que el primer ministro Gordon Brown ha equipado insuficientemente de manera ‘catastrófica’ a las fuerzas armadas.
En las provincias alrededor de la capital afgana, Kabul, los talibanes han vuelto a establecer un firme control en las cruciales provincias de Ghazni, Logar y Wardak, paralizando virtualmente el control de las administraciones locales.
El sábado, el gobernador de la provincia Ghazni escapó apenas a un ataque dirigido por los talibanes. En provincias fronterizas como Kunar y Nuristan, donde hace sólo unos pocos meses la OTAN y las fuerzas de seguridad paquistaníes (al lado paquistaní en las agencias Mohmand y Bajaur) habían cantado victoria sobre los talibanes gracias a la Operación Corazón de León, los talibanes vuelven a aparecer.
En esta coyuntura crucial, y con elecciones nacionales programadas en Afganistán para el próximo mes, el establishment militar de Pakistán ha salido a la palestra. Durante los últimos años fue reducido al papel de un Estado cliente de los países occidentales para eliminar el lío en las áreas tribales de Pakistán, que sirven de trampolín para la insurgencia en Afganistán.
Antes de los ataques contra EE.UU. del 11 de septiembre de 2001, y el subsiguiente lanzamiento de la “guerra contra el terror”, las comunidades militares y de inteligencia de Pakistán habían jugado un papel dominante en Afganistán, con estrechos lazos con los talibanes y otras organizaciones yihadistas.
La semana pasada, el general Athar Abbas, portavoz de las Relaciones Públicas Inter-servicios de Pakistán (ISPR) dijo en una entrevista con CNN, que no sólo “Pakistán está en contacto con el líder talibán afgano Mullah Omar, sino que puede llevarlo a él y a otros comandantes a la mesa de negociación con EE.UU.”
Abbas dijo que a cambio de cualquier rol como mediador entre EE.UU. y los talibanes, Pakistán quiere concesiones de Washington respecto a las preocupaciones de Islamabad respecto a su rival, India, ya que teme que esté ganando demasiada influencia en la región.
Como reacción, Richard Holbrooke, enviado especial de EE.UU. para Afganistán y Pakistán, dijo según CNN: “Hace tiempo que hay afirmaciones sobre continuos contactos [entre Pakistán y los talibanes]. Y creo que es un paso adelante que los paquistaníes digan en público lo que todos han asumido permanentemente.” Holbrooke no excluyó la posibilidad de conversaciones con los talibanes.
La decisión, sin embargo, depende de Mullah Omar.
El resurgimiento de Mullah Omar
Diferentes agencias de inteligencia, incluyendo la de Pakistán, categorizaron la resistencia nacional afgana como dependiente del comando de diversos grupos. Estos incluyen al grupo Qari Ziaur Rahman en Kunar y Nuristan en Afganistán y Mohmand y Bajaur en Pakistán; la red Haqqani en Ghazni, Paktia, Paktika y Khost y en el área tribal de Waziristán del Norte en Pakistán; Anwarul Haq en Nangarhar, aparte de la red en el norte de Afganistán dirigida por comandantes leales a Gulbuddin Hekmatyar.
En general se aceptaba que Mullah Omar, aunque sea el líder espiritual y simbólico, había sido reducido a ser un comandante regional de las provincias del sudoeste afgano de Kandahar, Helmand, Urzgan, Zabul y Farah. A pesar de la extensión de la resistencia a todo Afganistán, se pensaba que la estructura central de comando que los talibanes habían adquirido en 2006 había sido perdida y que la coordinación dentro de los grupos de resistencia había sido reducida a un mínimo.
Esto ocurrió cuando la OTAN envió más tropas a Afganistán a principios de año, en tándem con operaciones conjuntas con la ayuda de Pakistán para impedir la infiltración a través de la frontera. Las operaciones militares en las agencias Mohmand y Bajaur de Pakistán redujeron significativamente la cantidad de combatientes infiltrados hacia Afganistán.
Los ataques de drones Predator sin tripulación en las áreas tribales ayudaron a mantener en fuga a los dirigentes de los combatientes y de al-Qaeda, mientras las operaciones contra el jefe talibán paquistaní Baitullah Mehsud y los combatientes en el área de Swat causaron mucho daño a la resistencia dirigida por los talibanes.
En el proceso de correr de lugar a lugar, sin embargo, los combatientes buscaron apoyo mutuo y establecieron nuevas líneas de cooperación y coordinación – y Mullah Omar volvió a entrar en actividad.
Una gran shura (consejo) fue convocada en el sudoeste, que reunió a comandantes grandes y pequeños, incluyendo a Abdullah Saeed, comandante en jefe de al-Qaeda para Afganistán.
Mullah Omar, dijo una fuente del campo de al-Qaeda a Asia Times Online, subrayó que cada grupo debía establecer una estrategia coherente de combate, y su preferencia debía ser Afganistán.
Significativamente, se previó un rol importante para al-Qaeda y la guerra afgana será ahora su objetivo primordial. Al-Qaeda seguirá transfiriendo su personal de Oriente Próximo al teatro de operaciones bélicas en el sur de Asia, especialmente desde Iraq. Esos hombres llevan consigo considerable experiencia, en especial en el campo de los artefactos explosivos improvisados y de las técnicas de emboscada.
La shura también integró a varios pequeños comandantes de las provincias Logar y Kabul a las estructuras principales de los talibanes. Previamente, esos protagonistas habían recibido un financiamiento mínimo, pero ahora, debido a su posición estratégica, recibirán fondos y recursos humanos de comandantes importantes como Sirajuddin Haqqani. El objetivo es lanzar ataques en conjunto contra las arterias principales de la OTAN, como ser la línea de aprovisionamiento de Jalalabad a la base aérea Bagram en las afueras de la capital Kabul.
A la luz de estos eventos, queda poco sitio para la idea de un proceso de diálogo con alguien – menos todavía con EE.UU.
El año pasado, Arabia Saudí patrocinó esfuerzos para acercarse a los talibanes. Esa iniciativa de paz, sin embargo, consistió sobre todo de antiguos talibanes y gente que no estuvo involucrada directamente en la insurgencia armada en Afganistán.
Este año, los esfuerzos saudíes parecieron estar a punto de entrar a una fase significativa cuando el jefe de la inteligencia saudí, príncipe Muqrin bin Abdul Aziz, participó directamente en el proceso de mediación.
Un afgano-estadounidense, Daoud Abedi, estrecho colaborador del comandante afgano Gulbuddin Hekmatyar, se involucró en negociaciones con los estadounidenses. El príncipe Aziz se proponía contactar a Mullah Omar a través del antiguo embajador talibán en Pakistán, Mullah Abdul Salam Zaeef. A pesar de muchos esfuerzos, no tuvo éxito, aunque hubo contactos con Mullah Bradar, supremo comandante de los talibanes, nombrado por Mullah Omar y su lugarteniente de máxima confianza.
El diálogo se desarrolló hasta el punto en el que los dirigentes de al-Qaeda comenzaron a sentirse amenazados – sobre todo comandantes talibanes en el sudoeste estaban desesperados por llegar a acuerdos de paz con la OTAN y hablaron de al-Qaeda como de un lastre. El príncipe Aziz se sintió suficientemente optimista como para decir que hasta fines de año se habría preparado la escena para que EE.UU. y los talibanes comenzaran a discutir fórmulas de paz.
Después de la gran shura y la consolidación militar en Afganistán, sin embargo, Mullah Omar envió un claro mensaje al príncipe Aziz en el sentido de que una victoria militar es la única opción posible para los talibanes y que nada puede detener la guerra excepto una clara derrota de los ejércitos de ocupación occidentales en Afganistán.
Tal vez sea el motivo por el cual el departamento de Relaciones Públicas Inter-Servicios de Pakistán se haya sentido obligado a emitir una declaración que “negaba enérgicamente” las observaciones hechas por Abbas de que “Pakistán está en contacto con el líder talibán afgano Mullah Omar, y puede llevarlo a él y a otros comandantes a la mesa de negociación.”
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Syed Saleem Shahzad es jefe del Buró Pakistán de Asia Times Online. Su correo es: saleem_shahzad2002@yahoo.com
(Copyright 2009 Asia Times Online (Holdings) Ltd. All rights reserved.
Tecpatl
7/15/09
Israeli Soldiers Reveal 'Shoot First' Policy in Gaza
Agence France Presse
Israeli soldiers in the Gaza war were told to shoot first and worry about the consequences later and used Palestinian civilians as human shields, an activist group said in a report on Wednesday.
The testimony of some 30 soldiers -- all unnamed -- shows that the massive destruction wreaked on the Palestinian territory was "a direct result of IDF (Israel Defence Forces) policy," said the Breaking the Silence group, made up of veteran troops.
Soldiers regularly used civilians as human shields during the December and January conflict, one said: "To every house we close in on, we send the neighbor in, the 'Johnnie'."
Another said his commander told him of instances when "the force would enter while placing rifle barrels on a civilian's shoulder, advancing into a house and using him as a human shield."
Instructions received before battle led to trigger-happy soldiers, civilian deaths and massive destruction in the densely populated and impoverished enclave, soldiers said.
"No one said 'kill innocents,'" said one. "But the instruction was that for the army, anyone there is suspect and should be taken down."
"I understood... that it's better to shoot first and ask questions later," said another.
"The goal was to carry out an operation with the least possible casualties for the army, without it even asking itself what the price would be for the other side," said a third.
"The difficult thing about the atmosphere was the negligible value placed on human life. People didn't seem to be upset about taking human lives," said one soldier.
Others spoke of massive destruction.
"Houses were demolished everywhere... We didn't see a single house that was not hit... It looked awful, like in those World War II films where nothing remained. A totally destroyed city."
Many houses were demolished as part of a "day after" policy, which meant "taking down a house... (whose) single sin is the fact that it is situated on top of a hill in the Gaza Strip," said another.
One soldier related an incident in which his commander told troops not to fire warning shots at a man approaching their position at night until he was some dozen metres (yards) away.
"Suddenly a burst of fire is heard from upstairs.. The old man gave such a scream as I'll never forget as long as I live... The commander comes downstairs, glowing, 'here's an opener for tonight'."
When they checked on the man the next morning, they saw "the guy was clean, nothing on him. Except for a torch in his hand, a white shirt and a long beard. A 50-60-year-old man lying on the road."
While one commander would not let his soldiers break anything in a house and another unit cleaned up after themselves, others engaged in vandalism.
"In one house we entered, I saw guys had defecated in drawers... I remember a filthy drawing in a children's nursery... I really felt ashamed.. and so do guys who were with me."
The army said that "a considerable amount of the testimony in this report is... based on hearsay and word of mouth" and "anonymous and lacks any identifying details that would allow the IDF to investigate, confirm or refute it.
"The IDF is committed to investigating any claim, supported by facts, that is brought to its attention."
Defence Minister Ehud Barak in a statement urged that all complaints be sent to him and repeated that the Israeli army "is one of the most moral in the world" -- a phrase often used by the top brass in response to criticism.
More than 1,400 Palestinians and 13 Israelis were killed during the 22 operation.
Israeli soldiers in the Gaza war were told to shoot first and worry about the consequences later and used Palestinian civilians as human shields, an activist group said in a report on Wednesday.
The testimony of some 30 soldiers -- all unnamed -- shows that the massive destruction wreaked on the Palestinian territory was "a direct result of IDF (Israel Defence Forces) policy," said the Breaking the Silence group, made up of veteran troops.
Soldiers regularly used civilians as human shields during the December and January conflict, one said: "To every house we close in on, we send the neighbor in, the 'Johnnie'."
Another said his commander told him of instances when "the force would enter while placing rifle barrels on a civilian's shoulder, advancing into a house and using him as a human shield."
Instructions received before battle led to trigger-happy soldiers, civilian deaths and massive destruction in the densely populated and impoverished enclave, soldiers said.
"No one said 'kill innocents,'" said one. "But the instruction was that for the army, anyone there is suspect and should be taken down."
"I understood... that it's better to shoot first and ask questions later," said another.
"The goal was to carry out an operation with the least possible casualties for the army, without it even asking itself what the price would be for the other side," said a third.
"The difficult thing about the atmosphere was the negligible value placed on human life. People didn't seem to be upset about taking human lives," said one soldier.
Others spoke of massive destruction.
"Houses were demolished everywhere... We didn't see a single house that was not hit... It looked awful, like in those World War II films where nothing remained. A totally destroyed city."
Many houses were demolished as part of a "day after" policy, which meant "taking down a house... (whose) single sin is the fact that it is situated on top of a hill in the Gaza Strip," said another.
One soldier related an incident in which his commander told troops not to fire warning shots at a man approaching their position at night until he was some dozen metres (yards) away.
"Suddenly a burst of fire is heard from upstairs.. The old man gave such a scream as I'll never forget as long as I live... The commander comes downstairs, glowing, 'here's an opener for tonight'."
When they checked on the man the next morning, they saw "the guy was clean, nothing on him. Except for a torch in his hand, a white shirt and a long beard. A 50-60-year-old man lying on the road."
While one commander would not let his soldiers break anything in a house and another unit cleaned up after themselves, others engaged in vandalism.
"In one house we entered, I saw guys had defecated in drawers... I remember a filthy drawing in a children's nursery... I really felt ashamed.. and so do guys who were with me."
The army said that "a considerable amount of the testimony in this report is... based on hearsay and word of mouth" and "anonymous and lacks any identifying details that would allow the IDF to investigate, confirm or refute it.
"The IDF is committed to investigating any claim, supported by facts, that is brought to its attention."
Defence Minister Ehud Barak in a statement urged that all complaints be sent to him and repeated that the Israeli army "is one of the most moral in the world" -- a phrase often used by the top brass in response to criticism.
More than 1,400 Palestinians and 13 Israelis were killed during the 22 operation.
7/8/09
El Discurso de la Rabia
Pablo González Casanova
(Lo que dije y lo que no alcancé a decir)
Recapitulación del 5 de enero 2009, CIDECI, San Cristóbal de las Casas, México
Muchas gracias a la comandancia general del EZLN; pero muchas gracias no sólo por esta invitación sino porque hay dos momentos en mi vida en que hubo una transformación muy fuerte. Hoy cumplió 50 años uno de ellos, digo, no hoy, en este mes, en estos días. Fue Cuba, fue el primero de enero de 1959. Cuba influyó enormemente en mi manera de pensar y me ayudó durante todos estos años de tormentas ideológicas, teóricas, terminológicas, políticas, y de otras especies, a mantener ciertos principios fundamentales por los que sigue luchando hoy la Revolución Cubana, y con ella un mundo que nace. Otro es, yo creo, el día 4 o 5 de enero de 1994. No recuerdo el día exacto en que cumplo 15 años de estar acercándome más y más al movimiento iniciado por los pueblos mayas del sureste…, a quienes conocemos como zapatistas.
Ellos influyeron también en resolver muchos problemas que me planteaba, no sólo sobre el camino al socialismo, al comunismo, a la democracia y la liberación; sino sobre mediaciones que en México se dan con agudeza y que corresponden a las mediaciones bárbaras que existen en el sistema capitalista a nivel mundial. ¿A qué me refiero? Me refiero a que en la historia de esa “mala palabra” que empleó el sub-comandante Marcos –como es habitual en él por lo que estoy viendo-;…en la historia de “la lucha de clases”, hay un proceso muy importante de mediaciones que la transforman al reestructurar la “burguesía” y “proletariado” y al dar una creciente importancia a las mediaciones sociales y también a las políticas.
Los significados de esas dos palabras –burguesía y proletariado-- y de los fenómenos a que corresponden se han reestructurado tremendamente. Ahora es mucho más fácil entenderlas viendo que hay dos tipos de trabajadores: unos, trabajadores de clase media y otros trabajadores proletarios; y que hay no solo naciones-estados en lucha por una independencia real y formal, sino pueblos oprimidos, explotados y excluidos por un imperialismo colectivo, --como lo llama Samir Amir--, con sus asociados y subordinados locales, nacionales.
El imperialismo colectivo está organizado en complejos empresariales, militares, políticos, y “mediáticos”, y cuenta con inmensas y variadas redes de asociados, subordinados, asimilados y cooptados –extranjeros y nacionales-- con los que domina y explota a los pobres de la tierra, a los trabajadores y pueblos proletarios, pobres, marginados y excluidos.
Esos y otros cambios de estructuras y también de instituciones, alteran la formación original del capitalismo industrial, del capitalismo clásico, y de la lucha de clases en que reparó Carlos Marx. Alteran el proceso histórico de la lucha de clases al modificar las características de las clases mismas. Y uno de los grandes descubrimientos de los zapatistas, aunque no lo hayan dicho así, ha consistido en ver ¿cómo es la lucha de los proletarios hoy? En sus discursos y su conducta han recordado que originalmente esas palabras se referían a las luchas de los pobres- y hoy se preguntan cómo pueden salir los trabajadores y pueblos pobres de la opresión, la discriminación, la explotación y la exclusión a que están sometidos? ¿Cómo es la lucha de los proletarios de hoy, de los pueblos y trabajadores pobres de hoy, contra “los poderosos y los ricos” de hoy? Y, dentro de sus diferencias con el pasado, ¿cómo continúa también el modo de dominación y el modo de explotación capitalista que prevalece en el mundo y en México?
Parecería que uno de los cambios más importantes para la comprensión de la lucha actual es que se han modificado tanto los personajes colectivos en lucha como las relaciones mediadas y violentas de la lucha. Se han modificado las fuerzas de la acumulación y la dominación, y las de la negociación y la represión. Con el tiempo, y en los distintos espacios sociales, se han articulado los colectivos de “los ricos y los poderosos” con sus grandes empresas trasnacionales o multinacionales, sus complejos militares-empresariales-políticos y mediáticos, y sus varias mediaciones sociales, culturales, políticas y económicas. Con todos ellos. la burguesía de nuestro tiempo ejerce una dictadura a la vez violenta y mediada. ( Marx hablaba de “la dictadura de la burguesía” como lo contrario a “la dictadura del proletariado”, palabras que no fueron muy felices en mi opinión y que se prestaron a graves tergiversaciones. En realidad de lo que Marx estaba hablando era de la soberanía, del soberano a que se refirió Hobbes, “del que tiene la última palabra”.)
En este momento “el gran capital”, el capital financiero con sus empresas multinacionales y multisectoriales y con sus asociados y subordinados es el que tiene el derecho y la fuerza para decir “la última palabra”, la que respetan, obedecen y hacen obedecer sus poderes directos y delegados, y a la que legitiman, racionalizan y justifican sus mediadores y mediatizadores. Con todos ellos, la burguesía de la globalización mantiene intereses comunes, entre repartos desiguales; con ellos comparte intereses y valores efectivos, formales e informales, aunque a menudo surjan en ellos intereses encontrados, contradicciones.
Alternando las culturas señoriales, populistas y crematísticas o mafiosas, la burguesía de la globalización crea mayorías electorales con minorías de electores y con ellas da nuevos golpes de estado. Cuando es necesario o conveniente para sus actos de sometimiento y rapiña organiza invasiones militares tras las que impone gobiernos, elegidos “democráticamente” y “sindicatos libres” de obedecerla y servirla. Reforzada por “los medios de masas” y por ciertas tradiciones conservadoras, racistas, colonialistas, durante los 25 años del neoliberalismo, estructura “un mundo de mentiras” que se convierten en verdades obligatorias y en el sentido común de los cómplices creyentes. La popularidad de sus candidatos y gobiernos llega a ser suficiente como “base social funcional” que le permite des-estructurar a las antiguas “bases sociales” de los gobiernos socialdemócratas y populistas cada vez más debilitados por sus propias trampas, engaños y crímenes, y por las crecientes concesiones que ellos mismos han hecho en aras de una democracia de mercado útil a la privatización y desnacionalización des- enfrenada que el gran capital realiza. Hoy curiosamente defienden –de boca para afuera—las políticas que ellos mismos abandonaron.
…Pero, nos engañamos si pensamos que en las actuales dictaduras o gobiernos, con derecho a decidir en última instancia lo que es legítimo y lo que es criminal – y a decidirlo hasta sin la razón ni el derecho, pero con la fuerza--…nos engañamos si pensamos que sólo están encabezados por un individuo o por un puñado de individuos sin bases sociales, en el que sólo sus validos creen y con el que “se arreglan entre ellos”. Los gobiernos de la “globalización” a menudo cuentan con “masas” fanáticamente serviles que “los apoyan a morir”, y en cuanto a las que se les oponen están frecuentemente encabezadas por líderes “políticamente correctos”, que hasta en sus furiosos dicterios no amenazan su dominio con alternativas de organización democrática y social en que los pueblos pobres dejen de ser oprimidos, explotados, discriminados, excluidos, despojados, desterrados y diezmados, fenómenos de los que se desentienden y que si alguien llega a mencionar se le enfrentan con respeto cortés y desdeñoso, sin hacer el menor caso a lo que dice.
Los poderosos y los ricos que hoy ejercen el poder, -- compartido, delegado y subordinado--, no sólo establecen múltiples articulaciones entre sí, y muchas otras que van “de arriba y a la derecha para abajo”. También cuentan con estructuras de mediación heredadas y ampliamente difundidas. Muchos de los miembros de las antiguas organizaciones de masas continúan actuando, por costumbre, como si nada hubiera pasado. Con una naturalidad incontestable insisten en manejar los problemas dentro de los habituales procesos de enfrentamiento, crítica, presión y negociación social o nacional. En una etapa histórica en que el capital expresamente ha impuesto la “negociación social cero”, la “negociación nacional cero”, esto es una política que en materia de concesiones sociales y nacionales, conmina a líderes y masas a someterse a lo que se les da y se les quita, o atenerse a la represión, muchos movimientos todavía creen en los procesos de presión-negociación y de logro de derechos y prestaciones en materia de salarios, seguridad social, empleo, derechos políticos, presos políticos… El pequeño margen de concesiones que se les hacen, aun los engaña sobre la posibilidad de resolver los problemas sociales y nacionales a la manera de un pasado que no tiene ninguna posibilidad tecnológica, mercantil o política de revivir.
Los calculados y cada vez mayores fracasos de los movimientos y líderes sociales que buscan negociar todavía no han llegado a puntos de ruptura generalizados. Pero en caso de lograr algunos triunfos, éstos sólo benefician a los sectores medios y a las clases medias o a las naciones en que su influencia es muy grande. Los costos de cualquier concesión social que se les hace siempre quedan a cargo de las poblaciones excluidas y marginadas, de los pobres entre los pobres. Esta situación no excluye la sistemática reducción de las concesiones sociales y nacionales a concesiones, cooptaciones y corrupciones de líderes y clientelas. Tampoco implica una política sin excepciones: los movimientos de sectores medios organizados pueden lograr algunos triunfos inmediatos cuando a los gobernantes les resulta más práctico hacerles una concesión que negárselas, y “se toman el tiempo que sea” para debilitarlos y poder actuar sin mayor problema. Muchos movimientos se conforman con resolver los problemas inmediatos y no tienen la menor política estratégica o de largo plazo. Pero cuando piensan en una alternativa mayor aceptan pensar en una especie de populismo políticamente correcto, y ni por asomos se plantean la solución de los problemas de los marginados y excluidos. Ni ven al indio, ni piensan o recuerdan en sus acciones diarias en el excluido. No se interesan por los problemas sociales y políticos del pobre.
Los apoyos sociales de los actuales gobiernos y de sus políticas neoliberales en crisis muestran tener un carácter estructural y cultural que el zapatismo rompe en forma creadora. El zapatismo concibe y practica otro tipo de lucha y otro tipo de negociación. Una y otra no se quedan en la alternativa de “reforma o revolución”, ni piensan en criticar al sistema político o al Estado actual para presionar y negociar, ni esbozan y festejan sólo los caminos de la utopía. Los zapatistas combinan la lucha con la negociación; defienden la autonomía de las comunidades y las personas, así como el respeto a la dignidad de uno mismo y de los demás. Autonomía y dignidad son dos objetivos no negociables. Corresponden a un proyecto de autonomía y dignidad de todos los seres humanos, empezando por los pueblos indios, pero sin quedarse en ellos como creyeron muchos antropólogos, autonomistas, progresistas, indianistas. El proyecto zapatista es en muchos terrenos creador. Aquí queremos destacar la creación que trasciende formas de lucha muy arraigadas, estilos maniqueos que plantean negociaciones sin revoluciones, revoluciones sin negociaciones, reformas del Estado o a cargo del Estado, sin reformas en la sociedad y a cargo de la sociedad. El nacimiento de esas y otras novedades en la lucha de clases, en la lucha nacional, en las luchas de los pueblos indios por la libertad, la justicia, la democracia es muy difícil de entender si se le saca del contexto histórico en que fue surgiendo y si al hacerlo no se advierte que al tener características concretas, específicas de los pueblos indios y de México, también muestra características universales, con un inmenso sentido para comprender los procesos actuales y futuros de la emancipación humana.
Lo que Lenin identificó como “la aristocracia del proletariado” llegó a constituir grandes sectores de la clase trabajadora. Los dos grandes sectores y estratos en que tiende a desestructurarse la clase obrera son los trabajadores organizados, con derechos a protestar, a presionar, a manifestarse, a luchar, --y a menudo a luchar valerosamente y con pérdidas tremendas-, pero siempre con la idea de negociar para mejorar sus condiciones de trabajo y de vida, y los trabajadores que no tienen derecho a organizarse ni derecho a protestar y que en cuanto intentan ejercer los derechos legales son históricamente, y sin remedio, reprimidos y descalificados, cosificados y criminalizados.
Las luchas de los trabajadores organizados por los derechos ciudadanos, sociales, laborales y las luchas para que se apliquen o respeten esos derechos han creado, a lo largo de doscientos años, toda una cultura de la crítica, la protesta, la presión y la negociación que se ha vuelto parte del sentido común de luchar de los trabajadores organizados. Éstos, lejos de ser la mayoría de los trabajadores del mundo, en muy raras ocasiones incluyen a los trabajadores y pueblos proletarios. La cultura de la presión-negociación está de tal modo arraigada en ellos que predomina incluso hoy, cuando el neoliberalismo ha declarado y ampliado la política de de “lo no negociable”, y practica la “criminalización” y “el castigo”de un número creciente de trabajadores y pueblos organizados, que antes tenían ciertos derechos de luchar y algunas posibilidades de “lograr algo” mediante presiones y negociaciones.
En pleno neoliberalismo represivo, la cultura de la presión-negociación está de tal modo arraigada en los trabajadores y ciudadanos organizados, que tras 25 años de un proceso cada vez más evidente de “desregulación” y derogación de los derechos que habían alcanzado en largas y dolorosas luchas, integrantes de partidos y sindicatos siguen sujetos a la lógica de la presión-negociación y con ella adoptan la del “menosmalismo”, la del “clientelismo” e incluso la del “individualismo” autoritario y mafioso de los líderes y sus ayudantes.
Para una lucha efectiva, que no abandone la idea de crear “otro mundo posible”, el zapatismo representa una aportación importantísima, no sólo a nivel nacional, ---porque el fenómeno no se da sólo en México--, sino a nivel mundial. Es cierto que en nuestro país la cultura de la presión—negociación combinada con la de cooptación-represión se da con una maestría impecable. El Estado Mexicano logró y logra en materia de mediaciones, asimilaciones, cooptaciones y corrupciones esa que el lamentable Vargas Llosa llamó “La dictadura perfecta”.
El partido del Estado –o el Estado convertido en partido para las elecciones, con el neoliberalismo, se transformó en varios “partidos de estado”. Si en sus orígenes se acercó a la estructura de un Estado-pueblo entre contradicciones poco estudiadas entre sus líderes campesinos y obreros y otros que ya mostraban inclinaciones oligárquicas, al pasar del tiempo, con el desarrollo del capitalismo se transformó en un excelente medio de control del pueblo por el Estado populista, e incluso por el estado neoliberal, ya sin reservas integrado al buen funcionamiento de las empresas y el capital privado.
La verdad es que hoy en México-- como diría Poulantzas-- hay varios “partidos de estado” llamados PRI, PAN, PRD, y que esos “partidos de estado”, hechos a la manera neoliberal, propia de los “estados libres asociados”, sólo se distinguen y oponen en objetivos particulares, a menudo grotescos, sin que ninguno represente una lucha sistemática contra las políticas del propio neoliberalismo, sino antes llegue a hacerse cómplice de ellas aprobando tácita o expresamente sus reformas de privatización y desnacionalización.
En México, como en el mundo, y con las consabidas variaciones, todos los partidos de estado respetan los valores reales y formales, los intereses privados y oligopólicos de un capitalismo y un imperialismo al que están subordinados. Y si muchos de ellos conservan –como diría Cardoza y Aragón—“el derecho de pataleo”, cuidadosamente lo ejercen en luchas intrascendentes y aceptables para el gran capital. La continuidad de su presencia obedece a que sin ellos sería imposible la democracia formal y que con ellos “los ricos y poderosos” canalizan funcionalmente las protestas sociales mediante escandalosas luchas entre grupos y “tribus” de una misma “clase política”, cuyos miembros hablan un “lenguaje políticamente correcto” del que jamás se desprenden para decir groserías como esa de “la lucha de clases”. Sus grandes voceros lanzan otras de carácter personal y folklórico. Como luchas de distracción, les sirven para no tocar ni por asomo al “sistema” o “modo de dominación y acumulación” realmente existente, y para ocultar el carácter de mediadores y mediatizadotes que una gran parte de ellos juega. Ese comportamiento general no impide que algunos dirigentes mantengan y presenten su oposición personal o de grupo a las políticas neoliberales privatizadoras y desnacioalizadoras, ni que en las bases de los partidos sigan existiendo quienes defienden los intereses ciudadanos, sociales y nacionales, posición que amerita nuestro reconocimiento y respeto auténticos, y también fraternales, pues en el futuro muchos de ellos, por su propia iniciativa, habrán de establecer puentes con nosotros.
Lo que resulta indudable hoy, es que todos los partidos de estado que lucharon por la democracia, la liberación y el socialismo han abandonado esas metas, y no dan ni la más mínima lucha por aumentar la organización y la conciencia de los trabajadores y los pueblos, o la suya propia. Todos ellos y los conservadores, sean laicos o religiosos -a la moderna o a la antigua-, sólo luchan por puestos electorales y por ganarse los votos de los ciudadanos con “imagen televisiva” y “seducción publicitaria”. Como “clase política” o como descendientes de “colonos” ibéricos o de indios “integrados”, se desentienden de las luchas nacionales y cívicas, o de las luchas de obreros y campesinos, y aun mayor es su des-entendimiento, ceguera o ignorancia de las poblaciones indias recolonizadas, excluidas, y cada vez más acosadas y despojadas por caciques y compañías. Muchos de sus antecesores las traicionaron a lo largo de la historia y ellos en su más reciente etapa cuando con su voto general rechazaron los derechos de los pueblos indios que con su propia firma se habían comprometido a aprobar, cometiendo así un acto de traición confirmada que nadie con una mínima seriedad política olvida.
Insisto. En las filas de los partidos políticos y de los trabajadores se encuentran personas respetables que desde sus tribunas, o en los gobiernos municipales y locales luchan por defender los derechos de pueblos y trabajadores. Aunque sus luchas se hallan lejos de plantear las necesarias soluciones, estructurales y sistémicas, muchos de ellos están destinados a radicalizarse en el futuro aunque hoy no lo sepan ni quieran saberlo.
Los pueblos indios, las juventudes sin escuela, sin trabajo, sin perspectivas; los movimientos ciudadanos criminalizados y reprimidos, los nuevos marginados y empobrecidos de las ciudades y de las clases medias, se identifican cada vez más como un actor histórico que desde la izquierda y con los pobres de la tierra cobra conciencia de las engañosas protestas que a ninguna parte llevan, y se suma a los nuevos proyectos del luchas por la libertad, la justicia y la democracia. El actor colectivo se integra con los que tarde o temprano contribuirán a engrandecer los frentes o redes de acción para la creación de otro mundo posible y viable, menos injusto y menos autodestructivo.
Los proletarios de hoy, los pobres de hoy, y quienes se sumen a ellos y se organizan con ellos, como los zapatistas y como muchos otros movimientos fraternales, confluirán en la necesidad de ampliar las redes de sus organizaciones y de luchar unidos respetando con su dignidad, sus diferencias y su autonomía, la difícil e ineludible disciplina, acordada para el logro de objetivos iguales no negociables.
La articulación de las fuerzas emancipadoras tendrá que recorrer un camino distinto al de los frentes antifascistas y al de los frentes antiimperialistas. A diferencia de ellos y de la lógica predominante de la unidad de ideas y criterios, las nuevas alianzas y frentes habrán de poner énfasis en los métodos sociales para lograr la unidad en medio de la diversidad de sus integrantes. Lejos de acabar con la dialéctica interna la transformarán en diálogo y discusión.
Dos problemas principales y alternativos se plantearán a todos, y ya se vislumbran: Unos exigirán ser respetados en su dignidad y se sentirán agredidos si advierten nuevos intentos de asimilación y cooptación con el pretexto de la unión. Otros –los más profundos en sus planteamientos, explicaciones y metas-- tendrán que reconocer que la unidad en la diversidad es tan valiosa y necesaria, como el respeto y la fidelidad a los proyectos emancipadores que permiten avanzar. Todos aprenderán el arte de conceder en las tácticas sin conceder en los principios.
La unión de fuerzas en un nuevo proyecto emancipador se da en todas partes de México, América Latina y el mundo, aunque con variaciones concretas inmensas y en gran medida previstas. Esas variaciones tienden a disminuir en algunos puntos conforme la crisis del capitalismo se acentúa tanto en el terreno social como en el ecológico. Los “diferentes” se igualan como “víctimas”. También se igualan en su decisión de resistir y acometer.
Desde los setenta, con el neoliberalismo en gestación, tendió a aumentar el número de campesinos, de trabajadores, de empleados, de profesionales que padecieron el codicioso saqueo de los patrones y las fuerzas represivas del Estado… La crisis económica y financiera de principios de este nuevo siglo, y las medidas financieras y bancarias que se imponen para resolverla, sientan las bases para ampliar y agudizar las políticas de “criminalización”, y “libre” explotación y despojo de trabajadores y pueblos; de pequeños y medianos productores, de los sectores medios, y de las juventudes de periferias y metrópolis
Hoy, no sólo continúan, sino se acrecientan los daños a los pueblos indios, y a las poblaciones de excluidos y marginados, de desempleados, de desterrados por la miseria o por la fuerza. Los trabajadores organizados, ya sin derechos ni prestaciones ni salarios a que estaban acostumbrados, se suman a los pobres de siempre; y son muchos más de los que existían desde antes con las políticas socialdemócratas, desarrollistas, populistas y clientelistas.
La nueva crisis del neoliberalismo de paz y de guerra, se monta sobre las crisis anteriores y como ellas, aunque en mayor escala, transfiere a los pobres e incluso a los sectores medios lo que sus gobiernos le dan a los banqueros y a las grandes compañías. Las mega-empresas y los complejos militares-empresariales-políticos-y- mediáticos dominantes tratan con igual codicia a los más diferentes pueblos y trabajadores. Los igualan en sufrimientos y miserias. Entra así en crisis, hasta el pragmatismo que busca aplicar las medidas en formas diferenciadas para no crear situaciones ingobernables. La triple política de la represión, la negociación, la concesión, descansa cada vez más en la represión y en la violencia física y mental, una y otra destinadas a aterrorizar y a sumar esclavos que se inclinen gustosamente ante sus amos. La publicidad de la sociedad de consumo, la religión que estigmatiza a los pobres como pecadores, la cultura que animaliza a los colonizados y los siervos, abren los falsos caminos de la libertad de obedecer con fe, entrega y ceremonioso entusiasmo a quienes muestran cada vez más, en su conducta señorial, su hipocresía.
Como las tiranías del pasado, lo nuevos tiranos todavía tienen bases sociales que los apoyan y que son apoyadas por las fuerzas del orden. Los tiranos útiles al sistema son exaltados si dan muestras de perder su dignidad con farsas electorales y parlamentarias, y de activar su fidelidad con el apoyo al saqueo y la legitimación obediente de los crímenes que en nombre de la democracia se cometen. No por ser los menos dejan de ser muchos. Pero aún así quienes resisten y se rebelan se crecen en el castigo y descubren tener una capacidad imprevista de luchar con tenacidad y moral. Piensan con frialdad, se comportan con dignidad y actúan con pasión, con digna indignación, y con un sentimiento humano difícil de expresar en las palabras y que se trasmite con su trato a los niños y a los viejos, a las compañeras y los compañeros, aumentando de intensidad y calor en los peligros y en las fiestas.
La crisis de la lógica de la presión para la negociación de los “mediados” y “mediatizados”, se manifiesta de dos maneras, aquélla que lleva a perder la autonomía y la dignidad de antiguos dirigentes de la clase trabajadora organizada, y aquélla que los acerca cada vez más a los nuevos y viejos pobres y proletarios y al proyecto de otro mundo posible y necesario. No sólo por todo eso, sino para lograr que triunfe un camino efectivo para la emancipación humana, los pueblos y trabajadores pobres, y quienes ya están con ellos, nos vemos impulsados a seguir construyendo redes y colectivos que enarbolen la bandera de la independencia, de la autonomía y la emancipación, y que emprendan la práctica concreta de la libertad, la justicia y la democracia defendiéndose de las fuerzas adversarias represoras, y también de las mediadoras y mediatizadoras.
Con los pueblos mayas zapatistas, entre las avanzadas, “los pobres de la Tierra” y quienes están con ellos plantean una nueva forma de hacer política. Sin rechazar la negociación, defienden férreamente “otra” negociación, así como “otra” democracia, “otra” justicia, “otra” libertad, a definir en las palabras y los actos, esto es a definir en la coherencia y consecuencia de todos y cada uno de nosotros como personas y como colectivos. Si en varios países los movimientos rebeldes no plantean ni siguen el camino del mismo modo, en la inmensa mayoría de los países esta “otra ruta” de los zapatistas, que no es insurreccional ni reformista, y que da prioridad a la construcción de la meta en el camino, aparece y prolifera en muchos pueblos y civilizaciones, que por su propia experiencia e imaginación creadora forjan los nuevos caminos de la emancipación. Esos caminos se dan en nuevos conjuntos reales y conceptuales. En general la ruta es tan nueva, “tan otra”, que no se le puede aprisionar en las categorías de la antigua lucha de clases, ni se puede esperar que sólo aparezca siempre “desde abajo y a la izquierda”, pues también da muestras crecientes de aparecer desde arriba y entre “los que se van a la izquierda con los de abajo”, como ocurre hoy en Venezuela y Bolivia, o como ocurre –en medio de todos los peligros, bloqueos y contradicciones desde más de hace cincuenta años en Cuba.
Los cambios históricos registrados por el pensamiento concreto y la lógica íntima de quienes buscan y siguen “el camino efectivo”, a menudo no se expresan en los términos que los trabajadores intelectuales usamos en nuestras conferencias, escritos, pláticas y discursos. Entrañan el planteamiento y la práctica de esa “otra” historia, de esa “otra” lucha” de ideas, de imágenes, de acciones; de ese otro tipo de negociación que considera los problemas inmediatos manteniendo la dignidad y autonomía necesarias para la emancipación humana.
Ni luchas ni negociaciones, ni construcción de fuerzas para sustentarse, vivir y defenderse serán nunca razones para comprometer la dignidad y la autonomía, en aras de la lógica del “menosmalismo” que con tal de ganar algo en lo inmediato, debilita la construcción de las fuerzas autónomas capaces de construir un mundo mejor para nosotros y nuestros hijos.
Lo original de un planteamiento, que no es ni insurreccional, ni reformista, ni clientelista o populista, es que en las luchas y negociaciones se antepone la dignidad organizada, la autonomía como acto político-social, el respeto a las culturas y creencias de los demás en la construcción actual de un futuro mundo, cuyas variantes civilizaciones e ideologías no se pueden encajonar en la propia ni en la ya vivida.
Con el movimiento zapatista aparece una nueva cultura que surge en el mundo como los hongos, sin dirección central, y sin que pueda pensarse en su difusión a partir de un solo proyecto que se generaliza. El extraño parecido de los comportamientos da señales de obedecer a una nueva configuración de la transición como proceso histórico. Con todas sus diferencias los movimientos rebeldes muestran parecida desconfianza a las alternativas que concentran el poder en unas cuantas manos, y que renuevan el maniqueísmo del pensamiento oficial. También se enfrentan a ese mundo de mediaciones y mediatizaciones que el pensamiento contestatario del 68 puso al descubierto en los regímenes parlamentarios y populistas, y al que los nuevos movimientos rechazan con la construcción concreta del poder social que se distribuye entre los vecinos y los trabajadores, cuidando de tener bajo control permanente a sus propias mediaciones de seguridad, y con una libertad y autonomía de pensamiento a las organizaciones culturales, productivas y comunicativas en que participan.
Aquí, en el sureste, mexicano apareció algo “muy nuevo” en la propia historia del pensamiento insumiso del mundo. El zapatismo y otros movimientos de los pueblos indios de América han enriquecido las notables innovaciones que desde mediados del siglo XX inició la Revolución Cubana cuando reconoció como “su autor intelectual a Martí” y colocó a ese genio heroico en las avanzadas de la emancipación universal. Repensar tanto a Martí, como a Marx, como a Lenin, como al mundo, y enriquecer las luchas anteriores y sus metas con nuevas metas y luchas caracteriza al proyecto emancipador actual hasta en los terrenos sacralizados e intocables del pensamiento ortodoxo, oficial. La lucha por la independencia adquiere igual importancia que la lucha de clases. La meta práctica y practicada de la organización de la democracia, del demos, del poder del pueblo, adquiere las características de una meta central. La definición de “pueblo” incluye al pueblo pobre, a los analfabetos, a los no proletarios, a las mujeres, a los indios, a los jóvenes y niños, a las trabajadoras sexuales y a los homosexuales. La definición de la “democracia” incluye tanto a la democracia representativa como a la democracia de las mediaciones controladas por el pueblo, en que éste tiene la última palabra en la toma de decisiones, y la posibilidad de realizar consultas veraces y universales. Al mismo tiempo inscribe como consustancial la creación de espacios laicos y el respeto a todas las religiones; incluye “la guerra de las ideas”, y la sustitución de la guerra por el diálogo y la dialéctica, entre construcciones de luchas que quiere pacíficas, consciente de contribuir a la protección de la vida en la tierra y a la construcción de un mundo menos injusto y desgraciado.
Capaz de construir estructuras que lo acerquen cada vez más a la libertad y la justicia; sin la menor concesión de la propia dignidad, ni la transformación de un proyecto que surge predominantemente de la sociedad en un proyecto del Estado, o en un proyecto insurreccional para la toma del poder, el zapatismo logra en todo lo que puede superar ambos caminos.
Al anteponer los zapatistas algo que no es negociable y que en el pasado histórico no se dio, se enfrentan a un muro terrible, al muro de quienes pretenden que la experiencia de hoy sea como la de ayer, y que la creación en la historia se relegue al pasado y se reduzca a la costumbre. Muchos dirigentes y colectivos progresistas y hasta revolucionarios han querido que los zapatistas se unan a ellos aprisionándolos en las categorías con las que piensan y en las que actúan. No advierten que las novedades del zapatismo son “otras” como novedades hasta cuando replantean la olvidada, temible y esencial lucha de clases.
En los movimientos rebeldes aparece de nuevo “la comunidad”, pero es otra comunidad. No es sólo la vieja comunidad aislada, sino una comunidad que forma parte de conjuntos de comunidades y que construye su comunicación primero con las vecinas y luego con las que están más lejos, y luego con las que están todavía más lejos, hasta alcanzar una dimensión “intergaláctica”, como dicen los propios zapatistas con su sonrisa maliciosa, y lo dicen para no ser calificados de aldeanos o cosmopolitas sin base, ni apegarse al “esprit de serieux” de los rebeldes institucionales.
El proyecto zapatista busca cada vez más construir organizaciones y redes de comunidades, articuladas entre sí, con los medios tradicionales de comunicación y con los medios nuevos; con los caracoles marinos que servían para llamar a lo lejos y oír desde lejos, y con el internet, el e-mail, y los congresos y seminarios internacionales en la selva lacandona y en los “blogs” y “chats” electrónicos.
Cuando su política de negociación fue rota por el estado y sus partidos, los zapatistas continuaron con el proyecto de construir aquí y ahora el mundo a que aspiran. Al mismo tiempo miran y atienden las necesidades inmediatas, impostergables, y las que van más lejos y hacia el futuro. En sus planes advierten las construcciones a realizar, precisan los caminos y tareas, el qué hacer y cómo hacerlo.
En la práctica combinan las experiencias de la historia –“el saber” de los pueblos- con la creación histórica, con la imaginación y la razón realizadas entre vericuetos imprevistos. Enriquecen de variadas maneras su pensamiento, sus conocimientos y sus “saberes”, y hacen de su movimiento uno de los más creadores del mundo alternativo. La creación está lejos de ser un acto meramente intelectual y moral. Requiere también de un admirable sentido de la resistencia y de una sorprendente fortaleza de ánimo frente a los recursos escasos con que se cuenta y a los asedios constantes que se sufren y enfrentan.
Ya van muchos años que yo he estado aquí tomando notas todo el tiempo ¡y he aprendido muchísimo! Puedo decir, y me quedo corto, que es uno de mis mejores seminarios posdoctorales…
Desde el punto de vista del conocimiento es existencialmente extraño lo que ocurre con un fenómeno que en general nos lleva a pensar mejor o a reflexionar de nuevo, a profundizar de otro modo, a actuar en territorios descubiertos por otros y que con otros, nosotros también descubrimos, más para dominarnos que para dominar, más para emanciparnos de nuestros ídolos y quimeras de reforma o revolución, y mucho más que para perder los estribos en un mundo indignante.
La furia, pensaba el viejo Séneca, lo saca a uno de sí. En general cuando se piensa en “la furia” se piensa que quien se pone realmente furioso, ya no entiende nada de lo que lo está pasando, de lo que está diciendo, ya “no oye razones”, “ya no sabe ni lo que hace”.
Aquí, entre los zapatistas, se piensa en el paradójico caso de “la furia digna”, se alude a un hecho que con la dignidad y la autonomía enriquece la palabra y el conocimiento, da la bienvenida a otra forma de pensar y concebir, de educarse; incluso da base a otra pedagogía de la emancipación, no nada más de los trabajadores proletarios o de los ciudadanos que son súbditos, o de los pueblos indios acosados y diezmados durante más de 500 años de conquista y colonización, sino de todos los seres humanos que sufren un cierto tipo de enajenación, unas veces como mujeres, otras como jóvenes y niños, y otras por sus preferencias sexuales, o por su analfabetismo.
En los antiguos pueblos de origen maya, se está escuchando y expresando la otra política, el otro lenguaje, la otra esperanza de paz y de negociación con respeto a una dignidad y a una autonomía, que no son negociables, y que rechazan regresar a los viejos caminos de la mediación, de la asimilación, de la cooptación, de la corrupción, aparentemente humanitarios, y tan inhumanos como los que practican los genocidas inteligentes desde aviones inteligentes, con bombas inteligentes
Ni mediaciones, ni represiones, detienen el camino de la libertad y de la supervivencia humana. Los valores de la convergencia se han enriquecido. Unos complementan a otros y son inasequibles sin los demás. Las bases de la unidad en la diversidad se están dando a nivel universal. Pero hay un punto en que la disyuntiva se plantea de manera tajante. Todos tenemos que decidirnos si acompañamos o no a “los pobres de la Tierra” de que hablaba Martí, a los “condenados de la Tierra” de que hablaba Fanon; en un camino efectivo para hacer realidad “La libertad, la justicia y la democracia” sin “prestarnos” a ser instrumentos de mediación humanitaria de las fuerzas dominantes. Los zapatistas son un camino a seguir no sólo para rechazar toda alianza que pueda llevar al abandono de un proyecto de cambio profundo y universal, como de diversas maneras ha ocurrido en rebeliones mediatizadas por los sistemas políticos y los Estados, sino para construir junto con los gobiernos autogestionarios y autónomos, los caracoles o redes de comunidades y una red de redes universal que logre la “praxis” de lo universal y del “poder distribuido” por las bases, entre las bases y con las bases, ese sueño expresado en todos los movimientos democráticos de la historia contemporánea..
Quienes tenemos el privilegio de acompañarlos tenemos la obligación moral y política de respetar y hacer respetar, una alternativa pacífica que expresa en concreto los máximos valores de la emancipación humana, y un proyecto no sólo necesario sino viable. De cómo nació el mismo y cómo interpretar el logro de sus descubrimientos querría decir algunas palabras más que pueden ser útiles para explorar la creación en la historia emergente. Como reflexiones finales apuntan a una conclusión que revela la importancia mundial del zapatismo en tanto éste abre un camino que, entre variantes, es muy importante para luchar por la paz con autonomía y dignidad tejiendo redes de comunidades autónomas, autogestionarias, autosustentables, que ni se queden en el sueño de la comunidad aislada y socialista de que fácilmente se deshace el entorno opresor, el sistema y el Estado –recuerden a Hobschbaum-- , ni se propongan la toma del poder del Estado, o la transformación de la sociedad desde el Estado y con la lógica del Estado.
Esta es mi conclusión: El zapatismo constituye una aportación de importancia universal (auque no se le considere así por no ser un proyecto europeo y por venir de los indios). Pero su importancia es de interés universal porque construye un camino emancipador que, entre variantes, corresponde a otra lucha por la paz. El proyecto zapatista no niega las reformas, no niega la revolución; propone otras reformas, otra revolución. Es un proyecto que se hace aprendiendo, luchando y creando
Aquí quiero recordar que los zapatistas surgieron de la unión entre un movimiento de guerrilleros con la ideología y la cultura de las guerrillas latinoamericanas de las últimas décadas del siglo XX y la cultura de la resistencia de los pueblos indios y que los pueblos indios han ido enriqueciendo a lo largo de quinientos años colonizaciones y rebeliones. En México, unos y otros eran mestizos no sólo por la sangre sino por la cultura, unos y otros tenían conocimientos comunes de las luchas por la independencia, por la justicia, por la democracia, un conocimiento variado de la práctica del liberalismo, del nacionalismo revolucionario, del populismo, del marxismo anarquista o comunista, universitario o normalista; o de la teología de la liberación y sus sucedáneos.
La primera lección de los rebeldes se manifestó en su decisión de aceptar el liderazgo de los pueblos indios en lugar de encabezarlos. Tomaron la decisión al ver que no había más alternativa que irse o integrarse. Se asimilaron, se integraron a los oprimidos en un proceso emancipador contrario a la habitual asimilación e integración de los indios por la civilización conquistadora. Al llegar el 1º de enero de 1994, día de la nueva dependencia de México con la activación del Tratado de Libre Comercio, acordaron rebelarse y tomar varios pueblos y ciudades. De la rica historia de esta etapa destaco dos momentos: a unos días de iniciada la rebelión acordaron con el gobierno el cese al fuego. Con posterioridad aceptaron los diálogos del Ejido de San Miguel y de San Andrés de los Pobres. En todo este tiempo se dieron a conocer en el mundo por su palabra nueva y por su apertura mágica y televisiva, intelectual y política. Al mismo tiempo se inscribieron en el proyecto de democracia en boga, y aceptaron plantear la democracia como el primer paso para la “reforma del Estado”, ese otro objetivo, ampliamente coreado por todos los partidos y corrientes. En largas y difíciles discusiones lograron un notable acuerdo sobre los derechos de los pueblos indios, que firmaron todos los partidos políticos del país y los representantes del gobierno. Para defenderlo e impulsarlo organizaron actos, marchas y manifestaciones políticas que llevaron a la Comandante Esther –acompañada de toda su comitiva y apoyada por inmensas multitudes en la ciudad de México y otras partes del país- a tomar la palabra en el Edificio del Poder Legislativo. Muy poco tiempo después el gobierno y todos los partidos políticos aprobaron una ley que no les dio ninguno de los derechos acordados y hasta les quitó algunos que en la época colonial les había concedido el rey de España… El golpe fue tremendo. Todos nos preguntábamos qué hacer. Y allí apareció una lógica creadora inesperada. Los zapatistas decidieron organizar, desde la sociedad, desde sus propias bases, la sociedad a que aspiraban. De la lógica política, predominante en la etapa anterior, pasaron a la lógica social que está creando un nuevo punto de partida distinto a la toma del poder del Estado, distinto a las reformas del Estado, y distinto también al anarquismo con el que muchos los confunden y con el que algunos intelectuales poco responsables quieren interpretar sus acciones cuando afirman que los zapatistas –como ellos mismos- quieren cambiar el mundo sin tener el poder. El proyecto no nació sólo de discusiones ideológicas, ni de la práctica de teorías, sino del saber qué hacer y cómo hacerlo. Las nuevas categorías sociales son creadoras de categorías políticas. No sólo combinan la distribución del poder con las “juntas de buen gobierno” y “los municipios autónomos”. También combinan el control de sus emisarios, delegados y comandantes que “mandan obedeciendo” los lineamientos generales que las bases les trazan.
El zapatismo busca realizar el viejo sueño de las comunidades autónomas, de los municipios libres, de los gobiernos locales, de los soviets como fuente del poder alternativo. Para realizarlo cuenta con nuevos medios de comunicación y organización que antes no existían como son los medios electrónicos y las redes de información, organización, producción, distribución, defensa, cultura que pueden extenderse en el país y en el mundo. La diferencia principal es que este proyecto fue planteado anteriormente con una lógica política que terminó por controlar todos los proyectos de gobiernos autónomos o con una lógica social que llevó al aldeanismo, a la autogestión utópica, al indianismo y acordó otros males de comunidades aisladas entre sì y aisladas de las grandes estructuras geopolíticas y geoculturales. El proyecto presenta una alternativa de paz y de sobrevivencia. Da pie a una especie de nuevo contrato social en que, como en Bolivia o Venezuela, los gobiernos nacionales o los estados nación, o los complejos dominantes, den prioridad a las políticas que permitan el desarrollo de unidades sociales auto-sustentables y autónomas. En la crisis mundial actual el proyecto –con múltiples variantes-puede ser un camino a la emancipación y a la sobrevivencia humana. Respetar a quienes lo enarbolan y luchar por que se les respete es y será trascendente en la lucha por la paz y por la vida.
Les agradezco su atención y no quiero seguir hablando para no cansarlos más.
Trascripción corregida y ampliada en mayo de 2009
(Lo que dije y lo que no alcancé a decir)
Recapitulación del 5 de enero 2009, CIDECI, San Cristóbal de las Casas, México
Muchas gracias a la comandancia general del EZLN; pero muchas gracias no sólo por esta invitación sino porque hay dos momentos en mi vida en que hubo una transformación muy fuerte. Hoy cumplió 50 años uno de ellos, digo, no hoy, en este mes, en estos días. Fue Cuba, fue el primero de enero de 1959. Cuba influyó enormemente en mi manera de pensar y me ayudó durante todos estos años de tormentas ideológicas, teóricas, terminológicas, políticas, y de otras especies, a mantener ciertos principios fundamentales por los que sigue luchando hoy la Revolución Cubana, y con ella un mundo que nace. Otro es, yo creo, el día 4 o 5 de enero de 1994. No recuerdo el día exacto en que cumplo 15 años de estar acercándome más y más al movimiento iniciado por los pueblos mayas del sureste…, a quienes conocemos como zapatistas.
Ellos influyeron también en resolver muchos problemas que me planteaba, no sólo sobre el camino al socialismo, al comunismo, a la democracia y la liberación; sino sobre mediaciones que en México se dan con agudeza y que corresponden a las mediaciones bárbaras que existen en el sistema capitalista a nivel mundial. ¿A qué me refiero? Me refiero a que en la historia de esa “mala palabra” que empleó el sub-comandante Marcos –como es habitual en él por lo que estoy viendo-;…en la historia de “la lucha de clases”, hay un proceso muy importante de mediaciones que la transforman al reestructurar la “burguesía” y “proletariado” y al dar una creciente importancia a las mediaciones sociales y también a las políticas.
Los significados de esas dos palabras –burguesía y proletariado-- y de los fenómenos a que corresponden se han reestructurado tremendamente. Ahora es mucho más fácil entenderlas viendo que hay dos tipos de trabajadores: unos, trabajadores de clase media y otros trabajadores proletarios; y que hay no solo naciones-estados en lucha por una independencia real y formal, sino pueblos oprimidos, explotados y excluidos por un imperialismo colectivo, --como lo llama Samir Amir--, con sus asociados y subordinados locales, nacionales.
El imperialismo colectivo está organizado en complejos empresariales, militares, políticos, y “mediáticos”, y cuenta con inmensas y variadas redes de asociados, subordinados, asimilados y cooptados –extranjeros y nacionales-- con los que domina y explota a los pobres de la tierra, a los trabajadores y pueblos proletarios, pobres, marginados y excluidos.
Esos y otros cambios de estructuras y también de instituciones, alteran la formación original del capitalismo industrial, del capitalismo clásico, y de la lucha de clases en que reparó Carlos Marx. Alteran el proceso histórico de la lucha de clases al modificar las características de las clases mismas. Y uno de los grandes descubrimientos de los zapatistas, aunque no lo hayan dicho así, ha consistido en ver ¿cómo es la lucha de los proletarios hoy? En sus discursos y su conducta han recordado que originalmente esas palabras se referían a las luchas de los pobres- y hoy se preguntan cómo pueden salir los trabajadores y pueblos pobres de la opresión, la discriminación, la explotación y la exclusión a que están sometidos? ¿Cómo es la lucha de los proletarios de hoy, de los pueblos y trabajadores pobres de hoy, contra “los poderosos y los ricos” de hoy? Y, dentro de sus diferencias con el pasado, ¿cómo continúa también el modo de dominación y el modo de explotación capitalista que prevalece en el mundo y en México?
Parecería que uno de los cambios más importantes para la comprensión de la lucha actual es que se han modificado tanto los personajes colectivos en lucha como las relaciones mediadas y violentas de la lucha. Se han modificado las fuerzas de la acumulación y la dominación, y las de la negociación y la represión. Con el tiempo, y en los distintos espacios sociales, se han articulado los colectivos de “los ricos y los poderosos” con sus grandes empresas trasnacionales o multinacionales, sus complejos militares-empresariales-políticos y mediáticos, y sus varias mediaciones sociales, culturales, políticas y económicas. Con todos ellos. la burguesía de nuestro tiempo ejerce una dictadura a la vez violenta y mediada. ( Marx hablaba de “la dictadura de la burguesía” como lo contrario a “la dictadura del proletariado”, palabras que no fueron muy felices en mi opinión y que se prestaron a graves tergiversaciones. En realidad de lo que Marx estaba hablando era de la soberanía, del soberano a que se refirió Hobbes, “del que tiene la última palabra”.)
En este momento “el gran capital”, el capital financiero con sus empresas multinacionales y multisectoriales y con sus asociados y subordinados es el que tiene el derecho y la fuerza para decir “la última palabra”, la que respetan, obedecen y hacen obedecer sus poderes directos y delegados, y a la que legitiman, racionalizan y justifican sus mediadores y mediatizadores. Con todos ellos, la burguesía de la globalización mantiene intereses comunes, entre repartos desiguales; con ellos comparte intereses y valores efectivos, formales e informales, aunque a menudo surjan en ellos intereses encontrados, contradicciones.
Alternando las culturas señoriales, populistas y crematísticas o mafiosas, la burguesía de la globalización crea mayorías electorales con minorías de electores y con ellas da nuevos golpes de estado. Cuando es necesario o conveniente para sus actos de sometimiento y rapiña organiza invasiones militares tras las que impone gobiernos, elegidos “democráticamente” y “sindicatos libres” de obedecerla y servirla. Reforzada por “los medios de masas” y por ciertas tradiciones conservadoras, racistas, colonialistas, durante los 25 años del neoliberalismo, estructura “un mundo de mentiras” que se convierten en verdades obligatorias y en el sentido común de los cómplices creyentes. La popularidad de sus candidatos y gobiernos llega a ser suficiente como “base social funcional” que le permite des-estructurar a las antiguas “bases sociales” de los gobiernos socialdemócratas y populistas cada vez más debilitados por sus propias trampas, engaños y crímenes, y por las crecientes concesiones que ellos mismos han hecho en aras de una democracia de mercado útil a la privatización y desnacionalización des- enfrenada que el gran capital realiza. Hoy curiosamente defienden –de boca para afuera—las políticas que ellos mismos abandonaron.
…Pero, nos engañamos si pensamos que en las actuales dictaduras o gobiernos, con derecho a decidir en última instancia lo que es legítimo y lo que es criminal – y a decidirlo hasta sin la razón ni el derecho, pero con la fuerza--…nos engañamos si pensamos que sólo están encabezados por un individuo o por un puñado de individuos sin bases sociales, en el que sólo sus validos creen y con el que “se arreglan entre ellos”. Los gobiernos de la “globalización” a menudo cuentan con “masas” fanáticamente serviles que “los apoyan a morir”, y en cuanto a las que se les oponen están frecuentemente encabezadas por líderes “políticamente correctos”, que hasta en sus furiosos dicterios no amenazan su dominio con alternativas de organización democrática y social en que los pueblos pobres dejen de ser oprimidos, explotados, discriminados, excluidos, despojados, desterrados y diezmados, fenómenos de los que se desentienden y que si alguien llega a mencionar se le enfrentan con respeto cortés y desdeñoso, sin hacer el menor caso a lo que dice.
Los poderosos y los ricos que hoy ejercen el poder, -- compartido, delegado y subordinado--, no sólo establecen múltiples articulaciones entre sí, y muchas otras que van “de arriba y a la derecha para abajo”. También cuentan con estructuras de mediación heredadas y ampliamente difundidas. Muchos de los miembros de las antiguas organizaciones de masas continúan actuando, por costumbre, como si nada hubiera pasado. Con una naturalidad incontestable insisten en manejar los problemas dentro de los habituales procesos de enfrentamiento, crítica, presión y negociación social o nacional. En una etapa histórica en que el capital expresamente ha impuesto la “negociación social cero”, la “negociación nacional cero”, esto es una política que en materia de concesiones sociales y nacionales, conmina a líderes y masas a someterse a lo que se les da y se les quita, o atenerse a la represión, muchos movimientos todavía creen en los procesos de presión-negociación y de logro de derechos y prestaciones en materia de salarios, seguridad social, empleo, derechos políticos, presos políticos… El pequeño margen de concesiones que se les hacen, aun los engaña sobre la posibilidad de resolver los problemas sociales y nacionales a la manera de un pasado que no tiene ninguna posibilidad tecnológica, mercantil o política de revivir.
Los calculados y cada vez mayores fracasos de los movimientos y líderes sociales que buscan negociar todavía no han llegado a puntos de ruptura generalizados. Pero en caso de lograr algunos triunfos, éstos sólo benefician a los sectores medios y a las clases medias o a las naciones en que su influencia es muy grande. Los costos de cualquier concesión social que se les hace siempre quedan a cargo de las poblaciones excluidas y marginadas, de los pobres entre los pobres. Esta situación no excluye la sistemática reducción de las concesiones sociales y nacionales a concesiones, cooptaciones y corrupciones de líderes y clientelas. Tampoco implica una política sin excepciones: los movimientos de sectores medios organizados pueden lograr algunos triunfos inmediatos cuando a los gobernantes les resulta más práctico hacerles una concesión que negárselas, y “se toman el tiempo que sea” para debilitarlos y poder actuar sin mayor problema. Muchos movimientos se conforman con resolver los problemas inmediatos y no tienen la menor política estratégica o de largo plazo. Pero cuando piensan en una alternativa mayor aceptan pensar en una especie de populismo políticamente correcto, y ni por asomos se plantean la solución de los problemas de los marginados y excluidos. Ni ven al indio, ni piensan o recuerdan en sus acciones diarias en el excluido. No se interesan por los problemas sociales y políticos del pobre.
Los apoyos sociales de los actuales gobiernos y de sus políticas neoliberales en crisis muestran tener un carácter estructural y cultural que el zapatismo rompe en forma creadora. El zapatismo concibe y practica otro tipo de lucha y otro tipo de negociación. Una y otra no se quedan en la alternativa de “reforma o revolución”, ni piensan en criticar al sistema político o al Estado actual para presionar y negociar, ni esbozan y festejan sólo los caminos de la utopía. Los zapatistas combinan la lucha con la negociación; defienden la autonomía de las comunidades y las personas, así como el respeto a la dignidad de uno mismo y de los demás. Autonomía y dignidad son dos objetivos no negociables. Corresponden a un proyecto de autonomía y dignidad de todos los seres humanos, empezando por los pueblos indios, pero sin quedarse en ellos como creyeron muchos antropólogos, autonomistas, progresistas, indianistas. El proyecto zapatista es en muchos terrenos creador. Aquí queremos destacar la creación que trasciende formas de lucha muy arraigadas, estilos maniqueos que plantean negociaciones sin revoluciones, revoluciones sin negociaciones, reformas del Estado o a cargo del Estado, sin reformas en la sociedad y a cargo de la sociedad. El nacimiento de esas y otras novedades en la lucha de clases, en la lucha nacional, en las luchas de los pueblos indios por la libertad, la justicia, la democracia es muy difícil de entender si se le saca del contexto histórico en que fue surgiendo y si al hacerlo no se advierte que al tener características concretas, específicas de los pueblos indios y de México, también muestra características universales, con un inmenso sentido para comprender los procesos actuales y futuros de la emancipación humana.
Lo que Lenin identificó como “la aristocracia del proletariado” llegó a constituir grandes sectores de la clase trabajadora. Los dos grandes sectores y estratos en que tiende a desestructurarse la clase obrera son los trabajadores organizados, con derechos a protestar, a presionar, a manifestarse, a luchar, --y a menudo a luchar valerosamente y con pérdidas tremendas-, pero siempre con la idea de negociar para mejorar sus condiciones de trabajo y de vida, y los trabajadores que no tienen derecho a organizarse ni derecho a protestar y que en cuanto intentan ejercer los derechos legales son históricamente, y sin remedio, reprimidos y descalificados, cosificados y criminalizados.
Las luchas de los trabajadores organizados por los derechos ciudadanos, sociales, laborales y las luchas para que se apliquen o respeten esos derechos han creado, a lo largo de doscientos años, toda una cultura de la crítica, la protesta, la presión y la negociación que se ha vuelto parte del sentido común de luchar de los trabajadores organizados. Éstos, lejos de ser la mayoría de los trabajadores del mundo, en muy raras ocasiones incluyen a los trabajadores y pueblos proletarios. La cultura de la presión-negociación está de tal modo arraigada en ellos que predomina incluso hoy, cuando el neoliberalismo ha declarado y ampliado la política de de “lo no negociable”, y practica la “criminalización” y “el castigo”de un número creciente de trabajadores y pueblos organizados, que antes tenían ciertos derechos de luchar y algunas posibilidades de “lograr algo” mediante presiones y negociaciones.
En pleno neoliberalismo represivo, la cultura de la presión-negociación está de tal modo arraigada en los trabajadores y ciudadanos organizados, que tras 25 años de un proceso cada vez más evidente de “desregulación” y derogación de los derechos que habían alcanzado en largas y dolorosas luchas, integrantes de partidos y sindicatos siguen sujetos a la lógica de la presión-negociación y con ella adoptan la del “menosmalismo”, la del “clientelismo” e incluso la del “individualismo” autoritario y mafioso de los líderes y sus ayudantes.
Para una lucha efectiva, que no abandone la idea de crear “otro mundo posible”, el zapatismo representa una aportación importantísima, no sólo a nivel nacional, ---porque el fenómeno no se da sólo en México--, sino a nivel mundial. Es cierto que en nuestro país la cultura de la presión—negociación combinada con la de cooptación-represión se da con una maestría impecable. El Estado Mexicano logró y logra en materia de mediaciones, asimilaciones, cooptaciones y corrupciones esa que el lamentable Vargas Llosa llamó “La dictadura perfecta”.
El partido del Estado –o el Estado convertido en partido para las elecciones, con el neoliberalismo, se transformó en varios “partidos de estado”. Si en sus orígenes se acercó a la estructura de un Estado-pueblo entre contradicciones poco estudiadas entre sus líderes campesinos y obreros y otros que ya mostraban inclinaciones oligárquicas, al pasar del tiempo, con el desarrollo del capitalismo se transformó en un excelente medio de control del pueblo por el Estado populista, e incluso por el estado neoliberal, ya sin reservas integrado al buen funcionamiento de las empresas y el capital privado.
La verdad es que hoy en México-- como diría Poulantzas-- hay varios “partidos de estado” llamados PRI, PAN, PRD, y que esos “partidos de estado”, hechos a la manera neoliberal, propia de los “estados libres asociados”, sólo se distinguen y oponen en objetivos particulares, a menudo grotescos, sin que ninguno represente una lucha sistemática contra las políticas del propio neoliberalismo, sino antes llegue a hacerse cómplice de ellas aprobando tácita o expresamente sus reformas de privatización y desnacionalización.
En México, como en el mundo, y con las consabidas variaciones, todos los partidos de estado respetan los valores reales y formales, los intereses privados y oligopólicos de un capitalismo y un imperialismo al que están subordinados. Y si muchos de ellos conservan –como diría Cardoza y Aragón—“el derecho de pataleo”, cuidadosamente lo ejercen en luchas intrascendentes y aceptables para el gran capital. La continuidad de su presencia obedece a que sin ellos sería imposible la democracia formal y que con ellos “los ricos y poderosos” canalizan funcionalmente las protestas sociales mediante escandalosas luchas entre grupos y “tribus” de una misma “clase política”, cuyos miembros hablan un “lenguaje políticamente correcto” del que jamás se desprenden para decir groserías como esa de “la lucha de clases”. Sus grandes voceros lanzan otras de carácter personal y folklórico. Como luchas de distracción, les sirven para no tocar ni por asomo al “sistema” o “modo de dominación y acumulación” realmente existente, y para ocultar el carácter de mediadores y mediatizadotes que una gran parte de ellos juega. Ese comportamiento general no impide que algunos dirigentes mantengan y presenten su oposición personal o de grupo a las políticas neoliberales privatizadoras y desnacioalizadoras, ni que en las bases de los partidos sigan existiendo quienes defienden los intereses ciudadanos, sociales y nacionales, posición que amerita nuestro reconocimiento y respeto auténticos, y también fraternales, pues en el futuro muchos de ellos, por su propia iniciativa, habrán de establecer puentes con nosotros.
Lo que resulta indudable hoy, es que todos los partidos de estado que lucharon por la democracia, la liberación y el socialismo han abandonado esas metas, y no dan ni la más mínima lucha por aumentar la organización y la conciencia de los trabajadores y los pueblos, o la suya propia. Todos ellos y los conservadores, sean laicos o religiosos -a la moderna o a la antigua-, sólo luchan por puestos electorales y por ganarse los votos de los ciudadanos con “imagen televisiva” y “seducción publicitaria”. Como “clase política” o como descendientes de “colonos” ibéricos o de indios “integrados”, se desentienden de las luchas nacionales y cívicas, o de las luchas de obreros y campesinos, y aun mayor es su des-entendimiento, ceguera o ignorancia de las poblaciones indias recolonizadas, excluidas, y cada vez más acosadas y despojadas por caciques y compañías. Muchos de sus antecesores las traicionaron a lo largo de la historia y ellos en su más reciente etapa cuando con su voto general rechazaron los derechos de los pueblos indios que con su propia firma se habían comprometido a aprobar, cometiendo así un acto de traición confirmada que nadie con una mínima seriedad política olvida.
Insisto. En las filas de los partidos políticos y de los trabajadores se encuentran personas respetables que desde sus tribunas, o en los gobiernos municipales y locales luchan por defender los derechos de pueblos y trabajadores. Aunque sus luchas se hallan lejos de plantear las necesarias soluciones, estructurales y sistémicas, muchos de ellos están destinados a radicalizarse en el futuro aunque hoy no lo sepan ni quieran saberlo.
Los pueblos indios, las juventudes sin escuela, sin trabajo, sin perspectivas; los movimientos ciudadanos criminalizados y reprimidos, los nuevos marginados y empobrecidos de las ciudades y de las clases medias, se identifican cada vez más como un actor histórico que desde la izquierda y con los pobres de la tierra cobra conciencia de las engañosas protestas que a ninguna parte llevan, y se suma a los nuevos proyectos del luchas por la libertad, la justicia y la democracia. El actor colectivo se integra con los que tarde o temprano contribuirán a engrandecer los frentes o redes de acción para la creación de otro mundo posible y viable, menos injusto y menos autodestructivo.
Los proletarios de hoy, los pobres de hoy, y quienes se sumen a ellos y se organizan con ellos, como los zapatistas y como muchos otros movimientos fraternales, confluirán en la necesidad de ampliar las redes de sus organizaciones y de luchar unidos respetando con su dignidad, sus diferencias y su autonomía, la difícil e ineludible disciplina, acordada para el logro de objetivos iguales no negociables.
La articulación de las fuerzas emancipadoras tendrá que recorrer un camino distinto al de los frentes antifascistas y al de los frentes antiimperialistas. A diferencia de ellos y de la lógica predominante de la unidad de ideas y criterios, las nuevas alianzas y frentes habrán de poner énfasis en los métodos sociales para lograr la unidad en medio de la diversidad de sus integrantes. Lejos de acabar con la dialéctica interna la transformarán en diálogo y discusión.
Dos problemas principales y alternativos se plantearán a todos, y ya se vislumbran: Unos exigirán ser respetados en su dignidad y se sentirán agredidos si advierten nuevos intentos de asimilación y cooptación con el pretexto de la unión. Otros –los más profundos en sus planteamientos, explicaciones y metas-- tendrán que reconocer que la unidad en la diversidad es tan valiosa y necesaria, como el respeto y la fidelidad a los proyectos emancipadores que permiten avanzar. Todos aprenderán el arte de conceder en las tácticas sin conceder en los principios.
La unión de fuerzas en un nuevo proyecto emancipador se da en todas partes de México, América Latina y el mundo, aunque con variaciones concretas inmensas y en gran medida previstas. Esas variaciones tienden a disminuir en algunos puntos conforme la crisis del capitalismo se acentúa tanto en el terreno social como en el ecológico. Los “diferentes” se igualan como “víctimas”. También se igualan en su decisión de resistir y acometer.
Desde los setenta, con el neoliberalismo en gestación, tendió a aumentar el número de campesinos, de trabajadores, de empleados, de profesionales que padecieron el codicioso saqueo de los patrones y las fuerzas represivas del Estado… La crisis económica y financiera de principios de este nuevo siglo, y las medidas financieras y bancarias que se imponen para resolverla, sientan las bases para ampliar y agudizar las políticas de “criminalización”, y “libre” explotación y despojo de trabajadores y pueblos; de pequeños y medianos productores, de los sectores medios, y de las juventudes de periferias y metrópolis
Hoy, no sólo continúan, sino se acrecientan los daños a los pueblos indios, y a las poblaciones de excluidos y marginados, de desempleados, de desterrados por la miseria o por la fuerza. Los trabajadores organizados, ya sin derechos ni prestaciones ni salarios a que estaban acostumbrados, se suman a los pobres de siempre; y son muchos más de los que existían desde antes con las políticas socialdemócratas, desarrollistas, populistas y clientelistas.
La nueva crisis del neoliberalismo de paz y de guerra, se monta sobre las crisis anteriores y como ellas, aunque en mayor escala, transfiere a los pobres e incluso a los sectores medios lo que sus gobiernos le dan a los banqueros y a las grandes compañías. Las mega-empresas y los complejos militares-empresariales-políticos-y- mediáticos dominantes tratan con igual codicia a los más diferentes pueblos y trabajadores. Los igualan en sufrimientos y miserias. Entra así en crisis, hasta el pragmatismo que busca aplicar las medidas en formas diferenciadas para no crear situaciones ingobernables. La triple política de la represión, la negociación, la concesión, descansa cada vez más en la represión y en la violencia física y mental, una y otra destinadas a aterrorizar y a sumar esclavos que se inclinen gustosamente ante sus amos. La publicidad de la sociedad de consumo, la religión que estigmatiza a los pobres como pecadores, la cultura que animaliza a los colonizados y los siervos, abren los falsos caminos de la libertad de obedecer con fe, entrega y ceremonioso entusiasmo a quienes muestran cada vez más, en su conducta señorial, su hipocresía.
Como las tiranías del pasado, lo nuevos tiranos todavía tienen bases sociales que los apoyan y que son apoyadas por las fuerzas del orden. Los tiranos útiles al sistema son exaltados si dan muestras de perder su dignidad con farsas electorales y parlamentarias, y de activar su fidelidad con el apoyo al saqueo y la legitimación obediente de los crímenes que en nombre de la democracia se cometen. No por ser los menos dejan de ser muchos. Pero aún así quienes resisten y se rebelan se crecen en el castigo y descubren tener una capacidad imprevista de luchar con tenacidad y moral. Piensan con frialdad, se comportan con dignidad y actúan con pasión, con digna indignación, y con un sentimiento humano difícil de expresar en las palabras y que se trasmite con su trato a los niños y a los viejos, a las compañeras y los compañeros, aumentando de intensidad y calor en los peligros y en las fiestas.
La crisis de la lógica de la presión para la negociación de los “mediados” y “mediatizados”, se manifiesta de dos maneras, aquélla que lleva a perder la autonomía y la dignidad de antiguos dirigentes de la clase trabajadora organizada, y aquélla que los acerca cada vez más a los nuevos y viejos pobres y proletarios y al proyecto de otro mundo posible y necesario. No sólo por todo eso, sino para lograr que triunfe un camino efectivo para la emancipación humana, los pueblos y trabajadores pobres, y quienes ya están con ellos, nos vemos impulsados a seguir construyendo redes y colectivos que enarbolen la bandera de la independencia, de la autonomía y la emancipación, y que emprendan la práctica concreta de la libertad, la justicia y la democracia defendiéndose de las fuerzas adversarias represoras, y también de las mediadoras y mediatizadoras.
Con los pueblos mayas zapatistas, entre las avanzadas, “los pobres de la Tierra” y quienes están con ellos plantean una nueva forma de hacer política. Sin rechazar la negociación, defienden férreamente “otra” negociación, así como “otra” democracia, “otra” justicia, “otra” libertad, a definir en las palabras y los actos, esto es a definir en la coherencia y consecuencia de todos y cada uno de nosotros como personas y como colectivos. Si en varios países los movimientos rebeldes no plantean ni siguen el camino del mismo modo, en la inmensa mayoría de los países esta “otra ruta” de los zapatistas, que no es insurreccional ni reformista, y que da prioridad a la construcción de la meta en el camino, aparece y prolifera en muchos pueblos y civilizaciones, que por su propia experiencia e imaginación creadora forjan los nuevos caminos de la emancipación. Esos caminos se dan en nuevos conjuntos reales y conceptuales. En general la ruta es tan nueva, “tan otra”, que no se le puede aprisionar en las categorías de la antigua lucha de clases, ni se puede esperar que sólo aparezca siempre “desde abajo y a la izquierda”, pues también da muestras crecientes de aparecer desde arriba y entre “los que se van a la izquierda con los de abajo”, como ocurre hoy en Venezuela y Bolivia, o como ocurre –en medio de todos los peligros, bloqueos y contradicciones desde más de hace cincuenta años en Cuba.
Los cambios históricos registrados por el pensamiento concreto y la lógica íntima de quienes buscan y siguen “el camino efectivo”, a menudo no se expresan en los términos que los trabajadores intelectuales usamos en nuestras conferencias, escritos, pláticas y discursos. Entrañan el planteamiento y la práctica de esa “otra” historia, de esa “otra” lucha” de ideas, de imágenes, de acciones; de ese otro tipo de negociación que considera los problemas inmediatos manteniendo la dignidad y autonomía necesarias para la emancipación humana.
Ni luchas ni negociaciones, ni construcción de fuerzas para sustentarse, vivir y defenderse serán nunca razones para comprometer la dignidad y la autonomía, en aras de la lógica del “menosmalismo” que con tal de ganar algo en lo inmediato, debilita la construcción de las fuerzas autónomas capaces de construir un mundo mejor para nosotros y nuestros hijos.
Lo original de un planteamiento, que no es ni insurreccional, ni reformista, ni clientelista o populista, es que en las luchas y negociaciones se antepone la dignidad organizada, la autonomía como acto político-social, el respeto a las culturas y creencias de los demás en la construcción actual de un futuro mundo, cuyas variantes civilizaciones e ideologías no se pueden encajonar en la propia ni en la ya vivida.
Con el movimiento zapatista aparece una nueva cultura que surge en el mundo como los hongos, sin dirección central, y sin que pueda pensarse en su difusión a partir de un solo proyecto que se generaliza. El extraño parecido de los comportamientos da señales de obedecer a una nueva configuración de la transición como proceso histórico. Con todas sus diferencias los movimientos rebeldes muestran parecida desconfianza a las alternativas que concentran el poder en unas cuantas manos, y que renuevan el maniqueísmo del pensamiento oficial. También se enfrentan a ese mundo de mediaciones y mediatizaciones que el pensamiento contestatario del 68 puso al descubierto en los regímenes parlamentarios y populistas, y al que los nuevos movimientos rechazan con la construcción concreta del poder social que se distribuye entre los vecinos y los trabajadores, cuidando de tener bajo control permanente a sus propias mediaciones de seguridad, y con una libertad y autonomía de pensamiento a las organizaciones culturales, productivas y comunicativas en que participan.
Aquí, en el sureste, mexicano apareció algo “muy nuevo” en la propia historia del pensamiento insumiso del mundo. El zapatismo y otros movimientos de los pueblos indios de América han enriquecido las notables innovaciones que desde mediados del siglo XX inició la Revolución Cubana cuando reconoció como “su autor intelectual a Martí” y colocó a ese genio heroico en las avanzadas de la emancipación universal. Repensar tanto a Martí, como a Marx, como a Lenin, como al mundo, y enriquecer las luchas anteriores y sus metas con nuevas metas y luchas caracteriza al proyecto emancipador actual hasta en los terrenos sacralizados e intocables del pensamiento ortodoxo, oficial. La lucha por la independencia adquiere igual importancia que la lucha de clases. La meta práctica y practicada de la organización de la democracia, del demos, del poder del pueblo, adquiere las características de una meta central. La definición de “pueblo” incluye al pueblo pobre, a los analfabetos, a los no proletarios, a las mujeres, a los indios, a los jóvenes y niños, a las trabajadoras sexuales y a los homosexuales. La definición de la “democracia” incluye tanto a la democracia representativa como a la democracia de las mediaciones controladas por el pueblo, en que éste tiene la última palabra en la toma de decisiones, y la posibilidad de realizar consultas veraces y universales. Al mismo tiempo inscribe como consustancial la creación de espacios laicos y el respeto a todas las religiones; incluye “la guerra de las ideas”, y la sustitución de la guerra por el diálogo y la dialéctica, entre construcciones de luchas que quiere pacíficas, consciente de contribuir a la protección de la vida en la tierra y a la construcción de un mundo menos injusto y desgraciado.
Capaz de construir estructuras que lo acerquen cada vez más a la libertad y la justicia; sin la menor concesión de la propia dignidad, ni la transformación de un proyecto que surge predominantemente de la sociedad en un proyecto del Estado, o en un proyecto insurreccional para la toma del poder, el zapatismo logra en todo lo que puede superar ambos caminos.
Al anteponer los zapatistas algo que no es negociable y que en el pasado histórico no se dio, se enfrentan a un muro terrible, al muro de quienes pretenden que la experiencia de hoy sea como la de ayer, y que la creación en la historia se relegue al pasado y se reduzca a la costumbre. Muchos dirigentes y colectivos progresistas y hasta revolucionarios han querido que los zapatistas se unan a ellos aprisionándolos en las categorías con las que piensan y en las que actúan. No advierten que las novedades del zapatismo son “otras” como novedades hasta cuando replantean la olvidada, temible y esencial lucha de clases.
En los movimientos rebeldes aparece de nuevo “la comunidad”, pero es otra comunidad. No es sólo la vieja comunidad aislada, sino una comunidad que forma parte de conjuntos de comunidades y que construye su comunicación primero con las vecinas y luego con las que están más lejos, y luego con las que están todavía más lejos, hasta alcanzar una dimensión “intergaláctica”, como dicen los propios zapatistas con su sonrisa maliciosa, y lo dicen para no ser calificados de aldeanos o cosmopolitas sin base, ni apegarse al “esprit de serieux” de los rebeldes institucionales.
El proyecto zapatista busca cada vez más construir organizaciones y redes de comunidades, articuladas entre sí, con los medios tradicionales de comunicación y con los medios nuevos; con los caracoles marinos que servían para llamar a lo lejos y oír desde lejos, y con el internet, el e-mail, y los congresos y seminarios internacionales en la selva lacandona y en los “blogs” y “chats” electrónicos.
Cuando su política de negociación fue rota por el estado y sus partidos, los zapatistas continuaron con el proyecto de construir aquí y ahora el mundo a que aspiran. Al mismo tiempo miran y atienden las necesidades inmediatas, impostergables, y las que van más lejos y hacia el futuro. En sus planes advierten las construcciones a realizar, precisan los caminos y tareas, el qué hacer y cómo hacerlo.
En la práctica combinan las experiencias de la historia –“el saber” de los pueblos- con la creación histórica, con la imaginación y la razón realizadas entre vericuetos imprevistos. Enriquecen de variadas maneras su pensamiento, sus conocimientos y sus “saberes”, y hacen de su movimiento uno de los más creadores del mundo alternativo. La creación está lejos de ser un acto meramente intelectual y moral. Requiere también de un admirable sentido de la resistencia y de una sorprendente fortaleza de ánimo frente a los recursos escasos con que se cuenta y a los asedios constantes que se sufren y enfrentan.
Ya van muchos años que yo he estado aquí tomando notas todo el tiempo ¡y he aprendido muchísimo! Puedo decir, y me quedo corto, que es uno de mis mejores seminarios posdoctorales…
Desde el punto de vista del conocimiento es existencialmente extraño lo que ocurre con un fenómeno que en general nos lleva a pensar mejor o a reflexionar de nuevo, a profundizar de otro modo, a actuar en territorios descubiertos por otros y que con otros, nosotros también descubrimos, más para dominarnos que para dominar, más para emanciparnos de nuestros ídolos y quimeras de reforma o revolución, y mucho más que para perder los estribos en un mundo indignante.
La furia, pensaba el viejo Séneca, lo saca a uno de sí. En general cuando se piensa en “la furia” se piensa que quien se pone realmente furioso, ya no entiende nada de lo que lo está pasando, de lo que está diciendo, ya “no oye razones”, “ya no sabe ni lo que hace”.
Aquí, entre los zapatistas, se piensa en el paradójico caso de “la furia digna”, se alude a un hecho que con la dignidad y la autonomía enriquece la palabra y el conocimiento, da la bienvenida a otra forma de pensar y concebir, de educarse; incluso da base a otra pedagogía de la emancipación, no nada más de los trabajadores proletarios o de los ciudadanos que son súbditos, o de los pueblos indios acosados y diezmados durante más de 500 años de conquista y colonización, sino de todos los seres humanos que sufren un cierto tipo de enajenación, unas veces como mujeres, otras como jóvenes y niños, y otras por sus preferencias sexuales, o por su analfabetismo.
En los antiguos pueblos de origen maya, se está escuchando y expresando la otra política, el otro lenguaje, la otra esperanza de paz y de negociación con respeto a una dignidad y a una autonomía, que no son negociables, y que rechazan regresar a los viejos caminos de la mediación, de la asimilación, de la cooptación, de la corrupción, aparentemente humanitarios, y tan inhumanos como los que practican los genocidas inteligentes desde aviones inteligentes, con bombas inteligentes
Ni mediaciones, ni represiones, detienen el camino de la libertad y de la supervivencia humana. Los valores de la convergencia se han enriquecido. Unos complementan a otros y son inasequibles sin los demás. Las bases de la unidad en la diversidad se están dando a nivel universal. Pero hay un punto en que la disyuntiva se plantea de manera tajante. Todos tenemos que decidirnos si acompañamos o no a “los pobres de la Tierra” de que hablaba Martí, a los “condenados de la Tierra” de que hablaba Fanon; en un camino efectivo para hacer realidad “La libertad, la justicia y la democracia” sin “prestarnos” a ser instrumentos de mediación humanitaria de las fuerzas dominantes. Los zapatistas son un camino a seguir no sólo para rechazar toda alianza que pueda llevar al abandono de un proyecto de cambio profundo y universal, como de diversas maneras ha ocurrido en rebeliones mediatizadas por los sistemas políticos y los Estados, sino para construir junto con los gobiernos autogestionarios y autónomos, los caracoles o redes de comunidades y una red de redes universal que logre la “praxis” de lo universal y del “poder distribuido” por las bases, entre las bases y con las bases, ese sueño expresado en todos los movimientos democráticos de la historia contemporánea..
Quienes tenemos el privilegio de acompañarlos tenemos la obligación moral y política de respetar y hacer respetar, una alternativa pacífica que expresa en concreto los máximos valores de la emancipación humana, y un proyecto no sólo necesario sino viable. De cómo nació el mismo y cómo interpretar el logro de sus descubrimientos querría decir algunas palabras más que pueden ser útiles para explorar la creación en la historia emergente. Como reflexiones finales apuntan a una conclusión que revela la importancia mundial del zapatismo en tanto éste abre un camino que, entre variantes, es muy importante para luchar por la paz con autonomía y dignidad tejiendo redes de comunidades autónomas, autogestionarias, autosustentables, que ni se queden en el sueño de la comunidad aislada y socialista de que fácilmente se deshace el entorno opresor, el sistema y el Estado –recuerden a Hobschbaum-- , ni se propongan la toma del poder del Estado, o la transformación de la sociedad desde el Estado y con la lógica del Estado.
Esta es mi conclusión: El zapatismo constituye una aportación de importancia universal (auque no se le considere así por no ser un proyecto europeo y por venir de los indios). Pero su importancia es de interés universal porque construye un camino emancipador que, entre variantes, corresponde a otra lucha por la paz. El proyecto zapatista no niega las reformas, no niega la revolución; propone otras reformas, otra revolución. Es un proyecto que se hace aprendiendo, luchando y creando
Aquí quiero recordar que los zapatistas surgieron de la unión entre un movimiento de guerrilleros con la ideología y la cultura de las guerrillas latinoamericanas de las últimas décadas del siglo XX y la cultura de la resistencia de los pueblos indios y que los pueblos indios han ido enriqueciendo a lo largo de quinientos años colonizaciones y rebeliones. En México, unos y otros eran mestizos no sólo por la sangre sino por la cultura, unos y otros tenían conocimientos comunes de las luchas por la independencia, por la justicia, por la democracia, un conocimiento variado de la práctica del liberalismo, del nacionalismo revolucionario, del populismo, del marxismo anarquista o comunista, universitario o normalista; o de la teología de la liberación y sus sucedáneos.
La primera lección de los rebeldes se manifestó en su decisión de aceptar el liderazgo de los pueblos indios en lugar de encabezarlos. Tomaron la decisión al ver que no había más alternativa que irse o integrarse. Se asimilaron, se integraron a los oprimidos en un proceso emancipador contrario a la habitual asimilación e integración de los indios por la civilización conquistadora. Al llegar el 1º de enero de 1994, día de la nueva dependencia de México con la activación del Tratado de Libre Comercio, acordaron rebelarse y tomar varios pueblos y ciudades. De la rica historia de esta etapa destaco dos momentos: a unos días de iniciada la rebelión acordaron con el gobierno el cese al fuego. Con posterioridad aceptaron los diálogos del Ejido de San Miguel y de San Andrés de los Pobres. En todo este tiempo se dieron a conocer en el mundo por su palabra nueva y por su apertura mágica y televisiva, intelectual y política. Al mismo tiempo se inscribieron en el proyecto de democracia en boga, y aceptaron plantear la democracia como el primer paso para la “reforma del Estado”, ese otro objetivo, ampliamente coreado por todos los partidos y corrientes. En largas y difíciles discusiones lograron un notable acuerdo sobre los derechos de los pueblos indios, que firmaron todos los partidos políticos del país y los representantes del gobierno. Para defenderlo e impulsarlo organizaron actos, marchas y manifestaciones políticas que llevaron a la Comandante Esther –acompañada de toda su comitiva y apoyada por inmensas multitudes en la ciudad de México y otras partes del país- a tomar la palabra en el Edificio del Poder Legislativo. Muy poco tiempo después el gobierno y todos los partidos políticos aprobaron una ley que no les dio ninguno de los derechos acordados y hasta les quitó algunos que en la época colonial les había concedido el rey de España… El golpe fue tremendo. Todos nos preguntábamos qué hacer. Y allí apareció una lógica creadora inesperada. Los zapatistas decidieron organizar, desde la sociedad, desde sus propias bases, la sociedad a que aspiraban. De la lógica política, predominante en la etapa anterior, pasaron a la lógica social que está creando un nuevo punto de partida distinto a la toma del poder del Estado, distinto a las reformas del Estado, y distinto también al anarquismo con el que muchos los confunden y con el que algunos intelectuales poco responsables quieren interpretar sus acciones cuando afirman que los zapatistas –como ellos mismos- quieren cambiar el mundo sin tener el poder. El proyecto no nació sólo de discusiones ideológicas, ni de la práctica de teorías, sino del saber qué hacer y cómo hacerlo. Las nuevas categorías sociales son creadoras de categorías políticas. No sólo combinan la distribución del poder con las “juntas de buen gobierno” y “los municipios autónomos”. También combinan el control de sus emisarios, delegados y comandantes que “mandan obedeciendo” los lineamientos generales que las bases les trazan.
El zapatismo busca realizar el viejo sueño de las comunidades autónomas, de los municipios libres, de los gobiernos locales, de los soviets como fuente del poder alternativo. Para realizarlo cuenta con nuevos medios de comunicación y organización que antes no existían como son los medios electrónicos y las redes de información, organización, producción, distribución, defensa, cultura que pueden extenderse en el país y en el mundo. La diferencia principal es que este proyecto fue planteado anteriormente con una lógica política que terminó por controlar todos los proyectos de gobiernos autónomos o con una lógica social que llevó al aldeanismo, a la autogestión utópica, al indianismo y acordó otros males de comunidades aisladas entre sì y aisladas de las grandes estructuras geopolíticas y geoculturales. El proyecto presenta una alternativa de paz y de sobrevivencia. Da pie a una especie de nuevo contrato social en que, como en Bolivia o Venezuela, los gobiernos nacionales o los estados nación, o los complejos dominantes, den prioridad a las políticas que permitan el desarrollo de unidades sociales auto-sustentables y autónomas. En la crisis mundial actual el proyecto –con múltiples variantes-puede ser un camino a la emancipación y a la sobrevivencia humana. Respetar a quienes lo enarbolan y luchar por que se les respete es y será trascendente en la lucha por la paz y por la vida.
Les agradezco su atención y no quiero seguir hablando para no cansarlos más.
Trascripción corregida y ampliada en mayo de 2009
Prison Rape as Policy
When Sadism Goes Systematic
By DAVID ROSEN
CounterPunch
On June 23rd, the National Prison Rape Elimination Commission (NPREC) issued its long awaited report on the state of rape in America’s prisons. This august group’s findings were duly noted in the flood of daily media and, like so many other well-intentioned blue-ribbon commission reports, will be quickly forgotten. However, while unstated, its primary finding is evident to all: the American prison system is the domestic corollary to the global war on terror.
Rape is sexual violence, a personal and social ritual of patriarchy. Men most often rape women and girls, reminding them that physical terror and sexual violation enforce the structure of power. Male rape of men, like their rape of females, serves to harm the victim, both to physically terrorize and to psychologically shame. Male rape of other males asserters the darkest dimension of masculinity under patriarchy.
Rape victims, both women and men, share an existential sense of violation; the victim is both physically invaded or overpowered and shamed or stigmatized. For the perpetrator, rape enables him to enforce the structure of social hierarchy and control.
Nowhere is the need to delineate the structure of power greater than the prison and the military. As Foucault made clear in “Discipline and Punish: the Birth of the Prison,”prison is a living hell. It is a domestic war zone where, in a highly regulated social organization, a quasi-military force maintains order through terror both formal and informal. Prison rape (especially male rape) is a cousin to the rape and other forms of sexual terror practiced as a tactic by the U.S. military and intelligence operatives in the war on terror in Iraq, Afghanistan and Guantánamo. [see “Sexual Torture: What is Acknowledged and What Remains Unknown,” CounterPunch, May 15-17, 2009, and "Sexual Terrorism: The Sadistic Side of Bush's War on Terror," CounterPunch, May 13, 2008]
Angela Davis astutely observed years ago that we live under the domestic tyranny of a prison-industrial complex. It is cousin to the military-industrial complex first identified by Eisenhower a half-century ago and that still drives American global imperialism. Like Rome of old, America is a garrison state.
According to the NPREC study, more than 7.3 million people are captives of the American “correctional facilities or supervised” by the criminal justice system. Among these are some 2.2 million adults imprisoned throughout the country and an addition 5.1 million adults “under correctional supervision” in federal, state and local facilities throughout the country.
The Bureau of Justice Statistics (BJS) finds that, in 2006, 112,498 federal and state prisoners were women; white, blacks and Hispanic made up 40, 42 and 16 percent, respectively, of the prison population. Finally, nearly 100,000 juveniles were under confinement, more than half being 16 years or younger. [see www.nrpec.us; see also Bureau of Justice Statistics, “Prisoners in 2006”]
The report informs readers that this vast enterprise costs an estimated $68 billion annually. This apparently includes the costs involved running 146 state and federal prisons, 282 local jails and attendant services operating throughout the country. However, the figure does not appear to include the nation’s police forces, the prosecutors and the courts that operate the machinery of the prison-industrial system.
According to the NPREC study, in 2007, “an estimated 60,500 State and Federal prisoners were sexually abused during [the previous] 12-month period.” This amounts to approximately 4.5 percent of the prison population. Buried deep within the study is one of many amazing findings:
About 2 percent of all respondents reported incidents in which the perpetrator was another prisoner; 2.9 percent reported incidents perpetrated by corrections staff. (Some respondents had been abused by both staff and other prisoners.)
This information is dropped into a long recitation of prison rape data, the commission acknowledges the ugly fact and quickly passes over it. What does it mean for a policing system when essentially 50 percent more of the reported rapes in prison are committed by trained law-enforcement officials?
Other findings are equally disturbing. For example, younger adult inmates aged 18 to 24 years were subject to nearly twice the rate of abuse as those 25 years and older (i.e., 4.6% to 2.4%). Not surprising, nearly six times more self-described homosexuals were subject to sexual violence than those claiming to be heterosexual (18.5% to 2.7%); rape among those identified as bisexual or “other orientation” fell by half (9.8% to 2.7%).
Similarly disturbing, nearly one-fifth (19.7%) of youths under 18 years in residential juvenile facilities report at least one “nonconsensual sexual contact.” Adding to the alarm, the report sites BJS data which finds that in 2006 in adult facilities “substantiated allegations” of sexual abuse stood at 2.9 per 1,000 incarcerated prisoners, while in juvenile facilities the rate of sexual abuse was 16.8 per 1,000.
In addition, the study asserts: “Simply being female is a risk factor.” It notes, “women were more likely than men to be sexually victimized (5% compared with 3%).” According to BJS data from 2005–2006, “36 percent of all victims in substantiated incidents of sexual violence were female.” It asserts: “Girls are disproportionately represented among sexual abuse victims. … And they are much more at risk of abuse by staff than by their peers.”
Who are most at risk? The report identifies them as follows:
Add to these the disabled and those suffering mental illness. Prison is hell, especially for the most vulnerable.
The consequences of sexual violence in prison is staggering. It leads to profound psychological damage including, in the words of the report, “posttraumatic stress disorder, anxiety disorders, fear of loud noises or sudden movements, panic attacks, and intense flashbacks to the traumatic event.” It also leads to serious internal injuries, long-term medical conditions and exposure to HIV and other sexually transmitted diseases.
The NPREC report provides snapshot profiles of many prisoners who were raped while incarcerated. Their stories are painful. Some were victims of one-on-one rapes, others suffered gang rapes. All paid a price, including suicide.
One of the report’s weaknesses is that it offers no discussion of the perpetrators. There are no interviews, no psychological assessments, no speculation as to what motivates these violent, angry and sometime psychopathic rapists. Because of this, a deeper question posed by rape in prison cannot be addressed: Why do perpetrators commit rape? Because the question cannot be asked, the report cannot fully address the meaning of rape in a prison. That’s why we need Foucault.
America’s prison-industrial complex, like the health-insurance industry, is not designed to solve the problem it is ostensibly intended to address. The healthcare industry is a financial turnstile providing employment and profits to insurance companies, hospitals, doctors, pharmaceutical companies and other vendors; patient health is a means to an end. Similarly, prisons are jobs programs and tax boons to localities starving for revenue; prisoner rehabilitation is rarely in the equation.
Prisons are hellholes. Prison literature and biographical reflections, from Dickens or Solzhenitsyn, Malcolm X or Mumia Abu-Jamal, are testaments to truth telling and courage, not favorable prison conditions. As a document, the NPREC report reads like a research backgrounder for a futurist horror film. It paints a truly gruesome portrait of America’s prison conditions. Sadly, the report’s cast of characters does not include a Cagney of “Public Enemy” or a George Jackson at San Quentin or a Frank “Big Black” Smith at Attica. Without mass social unrest outside, the upheaval of the ’30s and the ‘70s, the culture inside the prison is one of victims and predators, not revolutionaries.
The NPREC report is a political document, like the 9-11 report. It focuses national attention on a truly horrific social occurrence, rape within the America’s prison system. It proposes a series of programmatic solutions to address the problem. Reading between the lines, it makes clear that the America police-justice-prison system doesn’t work. The question is simple: Will the report be buried or help end sexual violence in prison?
Much depends on how successful Sen. Jim Webb (D-VA) is in getting support for (yes, you guessed it) a commission to assess the U.S. justice system and propose recommendations for its reform. Pat the pol on the back, a worthy effort that actually might be executed over the next election cycle. Unfortunately, nothing changes easily in America, especially when powerful moralistic or financial interests are at stake. Sometimes less is more: Rape might actually be reduced if the Obama Justice Department would adopt the NPREC recommendations. People’s lives are at risk.
In Dante’s medieval classic, “The Divine Comedy,” the seventh circle of hell is reserved for sodomites. They are located at the bottom-most rung of the seventh circle, below murders who kill for gain and suicides who violate the law of self-preservation. Dante, however, distinguished between those (males) who engage in homosexual acts that we might call “acts of love” and those who engage in acts of violation, pedophilia and rape. Hell is different for each.
The sexual violator lives in a hell all his (and, occasionally, her) own. He thrives in prison and the military as a guard, fellow-prisoner, soldier or interrogator. The sexual violator is an enforcer. He asserts a dying patriarchy that, sadly, finds it most meaningful expression in the sexual hellhole of the prison-industrial system, the seventh circle of 21st century hell.
David Rosen is the author of “Sex Scandals America: Politics & the Ritual of Public Shaming” (Key, 2009); he can be reached at drosen@ix.netcom.com.
By DAVID ROSEN
CounterPunch
On June 23rd, the National Prison Rape Elimination Commission (NPREC) issued its long awaited report on the state of rape in America’s prisons. This august group’s findings were duly noted in the flood of daily media and, like so many other well-intentioned blue-ribbon commission reports, will be quickly forgotten. However, while unstated, its primary finding is evident to all: the American prison system is the domestic corollary to the global war on terror.
Rape is sexual violence, a personal and social ritual of patriarchy. Men most often rape women and girls, reminding them that physical terror and sexual violation enforce the structure of power. Male rape of men, like their rape of females, serves to harm the victim, both to physically terrorize and to psychologically shame. Male rape of other males asserters the darkest dimension of masculinity under patriarchy.
Rape victims, both women and men, share an existential sense of violation; the victim is both physically invaded or overpowered and shamed or stigmatized. For the perpetrator, rape enables him to enforce the structure of social hierarchy and control.
Nowhere is the need to delineate the structure of power greater than the prison and the military. As Foucault made clear in “Discipline and Punish: the Birth of the Prison,”prison is a living hell. It is a domestic war zone where, in a highly regulated social organization, a quasi-military force maintains order through terror both formal and informal. Prison rape (especially male rape) is a cousin to the rape and other forms of sexual terror practiced as a tactic by the U.S. military and intelligence operatives in the war on terror in Iraq, Afghanistan and Guantánamo. [see “Sexual Torture: What is Acknowledged and What Remains Unknown,” CounterPunch, May 15-17, 2009, and "Sexual Terrorism: The Sadistic Side of Bush's War on Terror," CounterPunch, May 13, 2008]
Angela Davis astutely observed years ago that we live under the domestic tyranny of a prison-industrial complex. It is cousin to the military-industrial complex first identified by Eisenhower a half-century ago and that still drives American global imperialism. Like Rome of old, America is a garrison state.
According to the NPREC study, more than 7.3 million people are captives of the American “correctional facilities or supervised” by the criminal justice system. Among these are some 2.2 million adults imprisoned throughout the country and an addition 5.1 million adults “under correctional supervision” in federal, state and local facilities throughout the country.
The Bureau of Justice Statistics (BJS) finds that, in 2006, 112,498 federal and state prisoners were women; white, blacks and Hispanic made up 40, 42 and 16 percent, respectively, of the prison population. Finally, nearly 100,000 juveniles were under confinement, more than half being 16 years or younger. [see www.nrpec.us; see also Bureau of Justice Statistics, “Prisoners in 2006”]
The report informs readers that this vast enterprise costs an estimated $68 billion annually. This apparently includes the costs involved running 146 state and federal prisons, 282 local jails and attendant services operating throughout the country. However, the figure does not appear to include the nation’s police forces, the prosecutors and the courts that operate the machinery of the prison-industrial system.
According to the NPREC study, in 2007, “an estimated 60,500 State and Federal prisoners were sexually abused during [the previous] 12-month period.” This amounts to approximately 4.5 percent of the prison population. Buried deep within the study is one of many amazing findings:
About 2 percent of all respondents reported incidents in which the perpetrator was another prisoner; 2.9 percent reported incidents perpetrated by corrections staff. (Some respondents had been abused by both staff and other prisoners.)
This information is dropped into a long recitation of prison rape data, the commission acknowledges the ugly fact and quickly passes over it. What does it mean for a policing system when essentially 50 percent more of the reported rapes in prison are committed by trained law-enforcement officials?
Other findings are equally disturbing. For example, younger adult inmates aged 18 to 24 years were subject to nearly twice the rate of abuse as those 25 years and older (i.e., 4.6% to 2.4%). Not surprising, nearly six times more self-described homosexuals were subject to sexual violence than those claiming to be heterosexual (18.5% to 2.7%); rape among those identified as bisexual or “other orientation” fell by half (9.8% to 2.7%).
Similarly disturbing, nearly one-fifth (19.7%) of youths under 18 years in residential juvenile facilities report at least one “nonconsensual sexual contact.” Adding to the alarm, the report sites BJS data which finds that in 2006 in adult facilities “substantiated allegations” of sexual abuse stood at 2.9 per 1,000 incarcerated prisoners, while in juvenile facilities the rate of sexual abuse was 16.8 per 1,000.
In addition, the study asserts: “Simply being female is a risk factor.” It notes, “women were more likely than men to be sexually victimized (5% compared with 3%).” According to BJS data from 2005–2006, “36 percent of all victims in substantiated incidents of sexual violence were female.” It asserts: “Girls are disproportionately represented among sexual abuse victims. … And they are much more at risk of abuse by staff than by their peers.”
Who are most at risk? The report identifies them as follows:
Youth, small stature, and lack of experience in correctional facilities appear to increase the risk of sexual abuse by other prisoners. So does having a mental disability or serious mental illness.
Research on sexual abuse in correctional facilities consistently documents the vulnerability of men and women with non-heterosexual orientations and transgender individuals.
Add to these the disabled and those suffering mental illness. Prison is hell, especially for the most vulnerable.
The consequences of sexual violence in prison is staggering. It leads to profound psychological damage including, in the words of the report, “posttraumatic stress disorder, anxiety disorders, fear of loud noises or sudden movements, panic attacks, and intense flashbacks to the traumatic event.” It also leads to serious internal injuries, long-term medical conditions and exposure to HIV and other sexually transmitted diseases.
The NPREC report provides snapshot profiles of many prisoners who were raped while incarcerated. Their stories are painful. Some were victims of one-on-one rapes, others suffered gang rapes. All paid a price, including suicide.
One of the report’s weaknesses is that it offers no discussion of the perpetrators. There are no interviews, no psychological assessments, no speculation as to what motivates these violent, angry and sometime psychopathic rapists. Because of this, a deeper question posed by rape in prison cannot be addressed: Why do perpetrators commit rape? Because the question cannot be asked, the report cannot fully address the meaning of rape in a prison. That’s why we need Foucault.
America’s prison-industrial complex, like the health-insurance industry, is not designed to solve the problem it is ostensibly intended to address. The healthcare industry is a financial turnstile providing employment and profits to insurance companies, hospitals, doctors, pharmaceutical companies and other vendors; patient health is a means to an end. Similarly, prisons are jobs programs and tax boons to localities starving for revenue; prisoner rehabilitation is rarely in the equation.
Prisons are hellholes. Prison literature and biographical reflections, from Dickens or Solzhenitsyn, Malcolm X or Mumia Abu-Jamal, are testaments to truth telling and courage, not favorable prison conditions. As a document, the NPREC report reads like a research backgrounder for a futurist horror film. It paints a truly gruesome portrait of America’s prison conditions. Sadly, the report’s cast of characters does not include a Cagney of “Public Enemy” or a George Jackson at San Quentin or a Frank “Big Black” Smith at Attica. Without mass social unrest outside, the upheaval of the ’30s and the ‘70s, the culture inside the prison is one of victims and predators, not revolutionaries.
The NPREC report is a political document, like the 9-11 report. It focuses national attention on a truly horrific social occurrence, rape within the America’s prison system. It proposes a series of programmatic solutions to address the problem. Reading between the lines, it makes clear that the America police-justice-prison system doesn’t work. The question is simple: Will the report be buried or help end sexual violence in prison?
Much depends on how successful Sen. Jim Webb (D-VA) is in getting support for (yes, you guessed it) a commission to assess the U.S. justice system and propose recommendations for its reform. Pat the pol on the back, a worthy effort that actually might be executed over the next election cycle. Unfortunately, nothing changes easily in America, especially when powerful moralistic or financial interests are at stake. Sometimes less is more: Rape might actually be reduced if the Obama Justice Department would adopt the NPREC recommendations. People’s lives are at risk.
In Dante’s medieval classic, “The Divine Comedy,” the seventh circle of hell is reserved for sodomites. They are located at the bottom-most rung of the seventh circle, below murders who kill for gain and suicides who violate the law of self-preservation. Dante, however, distinguished between those (males) who engage in homosexual acts that we might call “acts of love” and those who engage in acts of violation, pedophilia and rape. Hell is different for each.
The sexual violator lives in a hell all his (and, occasionally, her) own. He thrives in prison and the military as a guard, fellow-prisoner, soldier or interrogator. The sexual violator is an enforcer. He asserts a dying patriarchy that, sadly, finds it most meaningful expression in the sexual hellhole of the prison-industrial system, the seventh circle of 21st century hell.
David Rosen is the author of “Sex Scandals America: Politics & the Ritual of Public Shaming” (Key, 2009); he can be reached at drosen@ix.netcom.com.
7/7/09
¡Ni un voto al PRI, ni un voto al PAN!
Las elecciones federales de julio de 2009 muestran que otra izquierda es necesaria, posible y urgente
Manifiesto del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)
Las elecciones del 5 de julio están enmarcadas en la mayor crisis del capitalismo en décadas a nivel mundial y por la crisis del régimen político en donde la alternancia entre el PRI y el PAN sólo ha mostrado la continuidad de la aplicación de las políticas neoliberales, privatizadoras, represivas y antidemocráticas que permiten el fortalecimiento de la clase económica y políticamente dominante, ocasionando consecuencias devastadoras entre la población trabajadora que se ve hundida en el desempleo, los bajos salarios, la miseria y el hambre de la mayoría de la sociedad.
En las elecciones de julio de 2009 Felipe Calderón pretende imponer una mayoría que le facilite la aprobación sin tanto conflicto de sus reformas neoliberales faltantes, la reforma laboral, la reforma fiscal (que aplique el IVA a alimentos y medicinas) y lo que le falte de la reforma energética. Es probable que por el desgaste de su régimen y la debilidad política que arrastra por su falta de legitimidad no logre alcanzar su meta y siga dependiendo de la alianza con el PRI para hacerlo, como de hecho ocurrió durante este periodo. El PRI, por su parte, se propone aprovechar el desgaste del gobierno de Calderón y el desprestigio y crisis del PRD hundido en el colaboracionismo que piensa ilusamente es su garantía de repunte, para apuntalar la imagen de que ante la incapacidad del PAN, es el PRI el que debe regresar al gobierno en la perspectiva de las presidenciales del 2012. En cualquier variable, la derecha bicéfala, el PRIAN, se propone unida mantener la mayoría absoluta para continuar con el desmantelamiento social y la lógica privatizadora y pro imperialista. En la pelea electoral PRI y PAN compiten (y se atacan poniendo por delante el lodo y los ataques sucios antes que los argumentos) por la composición al interior del bloque de la derecha que les de mejores posiciones para el 2012.
Como la ofensiva neoliberal no contempla solamente imponer en la práctica su política social y económica, sino lograr también las transformaciones legales y constitucionales que consoliden a nivel del Estado la transformación que están imponiendo (como ya lo hicieron en este periodo legislativo con la reforma al ISSSTE, la reforma electoral, la reforma judicial y la petrolera, entre otras), es cierto que está en juego un riesgo y peligro grande para el pueblo trabajador y para la soberanía nacional en estas elecciones. Por eso es que es evidente, pero necesario reafirmar, que nuestra política frente al proceso electoral debe decir claramente: ¡Ni un voto al PRI ni un voto al PAN! Decimos que es evidente la necesidad de pronunciarse abiertamente contra el PAN y el PRI, pero en realidad no es tan evidente, incluso en el discurso de algunos que se dicen de izquierda o revolucionarios. Es el caso de los que argumentan la tesis maoísta que propone distinguir entre el "enemigo principal y secundario" para en realidad tomar una posición conciliadora o colaboracionista, sobre todo con el PRI. Es el mismo argumento de los que antes apelaron al "voto útil" para sacar al PRI del gobierno y ahora sugieren que hay que ir "con todo" contra el PAN...apoyando al PRI. Es falso que el PAN sea el enemigo principal y el PRI el secundario y que en las elecciones se pueda uno aliar con uno contra el otro; frente a ambos mantenemos independencia política. Como decimos, la derecha en México es bicéfala y en las elecciones se juega el proyecto de quién debe estar en el gobierno y no podemos apoyar a un sector de la derecha contra el otro. Apoyar al PRI, como “enemigo secundario” en las elecciones de 2009 es apoyar la lógica de que ellos deben regresar ante la incapacidad del PAN, es apoyar la campaña del PRI por el regreso. Esa es la consecuencia de afirmar que al definir postura frente a las elecciones, la izquierda no debe tomar en cuenta los principios sino los cálculos inmediatos de las posibilidades electorales porque las elecciones no son el terreno de la izquierda y por tanto no pretender conducirse sobre la base de sus propias definiciones. Cuidado con aquellos que ahora dicen todo contra el PAN y no dicen palabra contra el PRI. Por eso insistimos, en este terreno, frente a todos los que nos escuchen, “ni un voto al PRI, ni un voto al PAN”. Partidos como el PANAL que son pilares de la ACE o el Verde que impulsa la pena de muerte igualmente merecen ser rechazados absolutamente, además de que son apéndices de uno o de otro o de las empresas televisivas.
Durante estas elecciones es que se ha hecho evidente la crisis y el desprestigio de todos los partidos del sistema político-electoral. Esta crisis, especialmente en que se hace evidente el fin del ciclo del PRD como partido de oposición, ha abierto una oportunidad para el reposicionamiento y la construcción de un partido revolucionario. Acordamos la integración del PRT al Frente Amplio Progresista en noviembre del año pasado como el reconocimiento y posicionamiento de un partido de izquierda, sin registro electoral, en ese frente junto con partidos registrados, pero no teniendo como objetivo central la campaña o las candidaturas.
Es nuestro objetivo, en este momento, más bien un objetivo político y no electoral, mostrar la necesidad y posibilidad de otra izquierda en medio de esta crisis, de otro partido de izquierda diferente y que no se define como partido electoral, sino en una perspectiva más amplia, de largo plazo, de transformación revolucionaria de la sociedad.
Lo más importante de esta elección no radica en las campañas y las propuestas (o falta de) de los partidos y candidaturas en juego. Lo más importante es que ha sido el terreno de expresión de la crisis del sistema de partidos y del sistema político-electoral, marcados por el desprestigio, la desilusión, el hartazgo, la náusea y la falta de credibilidad de los partidos actualmente reconocidos y de instituciones como el IFE. El momento es la expresión de una crisis que después del 5 de julio acabará de estallar con la división de partidos o el fin y surgimiento de otros, otro resultado fraudulento de las votaciones y la ya anunciada nueva reforma electoral o política. Es una crisis de todos los partidos y del sistema político electoral que se arrastra especialmente por el fraude electoral del 2006, la debilidad política de un gobierno fraudulento como el de Calderón que con todo y militarización y apuntalamiento de un estado policiaco no adquiere legitimidad y que además se enfrenta a un movimiento que 3 años después continúa vigoroso señalándolo como espurio, un movimiento encabezado precisamente por López Obrador, su gobierno legítimo y el Movimiento por la Defensa del Petróleo, la Economía Popular y la Soberanía Nacional. Pero siendo una crisis de todos los partidos, destaca la ausencia en el terreno político electoral de una alternativa creíble de oposición a la derecha bicéfala PRIAN y que reivindique una posición de izquierda socialista y revolucionaria. La pretensión hegemonista del PRD de presentarse como la única izquierda y su representación política se acabó. Se acabó porque el colaboracionismo con el gobierno de Calderón se instaló y apropió del PRD con la imposición de Jesús Ortega por el Tribunal Electoral, presentándose abiertamente ya como una izquierda a modo del sistema, funcional, “responsable” y se acabó porque se escindieron del movimiento dirigido por AMLO, pretendiendo aislarlo, derrotarlo, marginarlo ya que no pudieron controlarlo en su oposición al régimen espurio. Han abierto una división que nuevamente con la ayuda del fraudulento Tribunal Electoral en el caso de Iztapalapa profundizan. La conversión del PRD con el chuchismo en un partido colaboracionista, palero, y el fraude que seguramente se impondrá en los siguientes días, así como la necesidad de definir los rumbos para continuar la lucha, plantean abiertamente la necesidad urgente de otra izquierda, otra forma de hacer política y otra forma de hacer partido. Otro partido realmente de izquierda. Para nosotros, en medio de la polarización social que la derecha ha impuesto con sus políticas, es evidente la necesidad de un partido de clase, de claro compromiso no solamente democrático e incluyente, sino proletario, es decir socialista y revolucionario como el PRT se ha propuesto construirse. Por esta razón es que decimos que el problema de fondo, la necesidad de una alternativa de izquierda organizada, se expresará más crudamente después del 5 de julio. Y por ello es que estamos convocando a un Congreso Extraordinario del PRT para el 25 y 26 de julio para dar pasos concretos en la reorganización de la izquierda socialista y revolucionaria. Un partido que no está colocado en los marcos del sistema actual en crisis, decadencia y descomposición; un partido sin registro electoral, pero fundado en la voluntad de sus militantes y no donde las decisiones de su vida interna son tomadas “inapelablemente” por un Tribunal externo y ajeno al propio partido. A los compañeros y compañeras de lucha de todos estos años, que hemos estado recorriendo la experiencia en forma paralela en organizaciones diferentes, los invitamos ahora a que construyamos juntos –y en igualdad de derechos- la alternativa de izquierda que hoy se requiere, incorporándose a las filas y al Congreso Extraordinario del PRT de julio 25 y 26. La decisión sobre la forma de votar es táctica, máxime si tomamos en cuenta lo dicho anteriormente sobre el problema de fondo en esta coyuntura. Hay definiciones importantes como oponerse al interés del PRIAN de legitimar una mayoría legislativa para sus planes neoliberales. Por eso insistimos en que debe rechazarse al PRI y al PAN. Pero no hay un partido de izquierda que represente consecuentemente los intereses del pueblo trabajador, ni que nos represente a la izquierda socialista y revolucionaria en el actual escenario electoral. Es por eso que, en todo caso, llamamos a votar diferenciadamente, como ha propuesto el propio AMLO. No se trata de una elección presidencial que obliga a una definición única en todo el país. Votar diferenciadamente puede ser, incluso, anulando el voto donde no hay candidatura respetable. En el marco de esta crisis, dependiendo de cada distrito y cada entidad, si se trata de candidaturas ligadas al movimiento o a la resistencia o de camaradas de la izquierda socialista, podemos votar por el PT o eventualmente por el PRD o anular el voto. Es una decisión táctica.
Es cierto que a la derecha le conviene la propaganda amarillista que muestra la podredumbre de los actuales partidos, sus legisladores o funcionarios, sus candidatos o dirigentes, incluidos los de los partidos de la derecha. Y es la derecha la que quisiera que la gente se quedara en casa, sin participar, aunque esté rumiando su enojo y desprecio por los políticos todos, pero sin hacer nada práctico en contra de esa situación.
Es cierto que hay sectores de la derecha, concretamente provenientes del PAN que con el argumento de la descomposición y corrupción del sistema de partidos y sus candidaturas, promueven la anulación del voto. Pero no descalificamos esta propuesta reduciéndola a una maniobra de la derecha, porque también hay sectores que honestamente la proponen. Generalmente de personas que simpatizaron con el PRD e ilusionadas con la supuesta “ciudadanización” de los procesos e instituciones electorales y de una supuesta transición a la democracia. Es comprensible que ahí haya también una decepción, desilusión y frustración. En la misma lógica de pensamiento esperan que los políticos, partidos e instituciones escucharán ahora la protesta y mensaje de los que anularán el voto. Generalmente subestiman la importancia de la movilización popular, plebeya, que desde las calles lucha por el reconocimiento de los derechos de la gente y contra las imposiciones de la derecha, como hicimos en la defensa del petróleo. Otros como el empresario Martí exige la firma de compromisos de los candidatos que en realidad apuntan a fortalecer al duopolio televisivo a nombre de la “libertad de opinión” y a fortalecer el esquema bipartidista o tripartidista con la propuesta de la supresión de las candidaturas plurinominales, es decir de la representación proporcional. La anulación es también una reacción desesperada y legítima frente al desprestigio y crisis del actual sistema de partidos y el proceso político-electoral. Seguramente que además de la tradicional abstención que ocurre en las elecciones intermedias, en esta ocasión será mayor y también más grande la de los votos nulos (que logren escapar a la manipulación del cómputo de los partidos) Es la señal, desde otra óptica, que estamos seguramente ante la inminencia de un reajuste, reacomodo o recomposición del escenario político-electoral y partidario; como en 1976 o en 1988. Por eso la propuesta del Congreso Extraordinario que recoloca al PRT como referencia de la izquierda socialista en México en medio de esta crisis.
Respetamos la decisión de los que quieren hacer campaña política anulando el voto como una forma de protesta activa (en otra elección nosotros llamamos a depositar papeletas diciendo “otra izquierda es necesaria” o en 1976 a votar por Valentín Campa como candidato presidencial sin registro), la abstención, en cambio, no ayuda a crear conciencia y organización pues es una actitud pasiva que se confunde con la de los apáticos y son votos más fácilmente manipulados por el sistema y sus fraudes, por eso apoyamos también la decisión de los que voten por candidatos del movimiento, de la resistencia o de la izquierda revolucionaria, generalmente postulados en las listas del PT, como son los casos de conocidos integrantes del Gobierno Legítimo de AMLO, de las luchas sociales como el candidato del SME o de la izquierda revolucionaria como es la activista de la solidaridad internacionalista Lucía Morett o el camarada José Martínez Cruz, dirigente del PRT y conocido defensor de derechos humanos.
Es decir, nuevamente debemos decir que la perspectiva está en la movilización de masas, en la acción y fuerza extraparlamentaria, que incide, aun con pocos diputados o senadores, en las decisiones políticas. Lo importante es mantener un movimiento de masas con fuerza y autónomo, que presione, vigile y respalde a los legisladores, según sea el caso. Es otra visión, diferente a la del cretinismo electoral, que subordina todo a los votos y a la obtención de cargos de elección popular aun dejando atrás principios, como hace el cálculo del “voto útil”.
La confusa y compleja situación actual es la prueba de que otra izquierda es necesaria, otro partido claramente radical, de izquierda, socialista y revolucionario es necesario. Ahí se ubica la propuesta del PRT. El 5 de julio habrá de expresarse gran parte de las contradicciones políticas que atraviesan las clases sociales, partidos políticos y movimientos de la más diversa índole que existen en el país. Nuestro llamado a ejercer un voto crítico, conciente, de protesta, diferenciado, para favorecer la construcción de una alternativa de izquierda, un polo socialista y revolucionario, salirle al paso a la derecha y a la despolitización que favorece al gran capital, pasa, como lo hemos dicho, en oponerse abiertamente al PAN y al PRI, dar la batalla al PRD y votar por los candidatos del PT ligados a la izquierda socialista y de los movimientos sociales. ¡Que la crisis la paguen los capitalistas! ¡Por un Gobierno Obrero y campesino!
Manifiesto del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)
Las elecciones del 5 de julio están enmarcadas en la mayor crisis del capitalismo en décadas a nivel mundial y por la crisis del régimen político en donde la alternancia entre el PRI y el PAN sólo ha mostrado la continuidad de la aplicación de las políticas neoliberales, privatizadoras, represivas y antidemocráticas que permiten el fortalecimiento de la clase económica y políticamente dominante, ocasionando consecuencias devastadoras entre la población trabajadora que se ve hundida en el desempleo, los bajos salarios, la miseria y el hambre de la mayoría de la sociedad.
En las elecciones de julio de 2009 Felipe Calderón pretende imponer una mayoría que le facilite la aprobación sin tanto conflicto de sus reformas neoliberales faltantes, la reforma laboral, la reforma fiscal (que aplique el IVA a alimentos y medicinas) y lo que le falte de la reforma energética. Es probable que por el desgaste de su régimen y la debilidad política que arrastra por su falta de legitimidad no logre alcanzar su meta y siga dependiendo de la alianza con el PRI para hacerlo, como de hecho ocurrió durante este periodo. El PRI, por su parte, se propone aprovechar el desgaste del gobierno de Calderón y el desprestigio y crisis del PRD hundido en el colaboracionismo que piensa ilusamente es su garantía de repunte, para apuntalar la imagen de que ante la incapacidad del PAN, es el PRI el que debe regresar al gobierno en la perspectiva de las presidenciales del 2012. En cualquier variable, la derecha bicéfala, el PRIAN, se propone unida mantener la mayoría absoluta para continuar con el desmantelamiento social y la lógica privatizadora y pro imperialista. En la pelea electoral PRI y PAN compiten (y se atacan poniendo por delante el lodo y los ataques sucios antes que los argumentos) por la composición al interior del bloque de la derecha que les de mejores posiciones para el 2012.
Como la ofensiva neoliberal no contempla solamente imponer en la práctica su política social y económica, sino lograr también las transformaciones legales y constitucionales que consoliden a nivel del Estado la transformación que están imponiendo (como ya lo hicieron en este periodo legislativo con la reforma al ISSSTE, la reforma electoral, la reforma judicial y la petrolera, entre otras), es cierto que está en juego un riesgo y peligro grande para el pueblo trabajador y para la soberanía nacional en estas elecciones. Por eso es que es evidente, pero necesario reafirmar, que nuestra política frente al proceso electoral debe decir claramente: ¡Ni un voto al PRI ni un voto al PAN! Decimos que es evidente la necesidad de pronunciarse abiertamente contra el PAN y el PRI, pero en realidad no es tan evidente, incluso en el discurso de algunos que se dicen de izquierda o revolucionarios. Es el caso de los que argumentan la tesis maoísta que propone distinguir entre el "enemigo principal y secundario" para en realidad tomar una posición conciliadora o colaboracionista, sobre todo con el PRI. Es el mismo argumento de los que antes apelaron al "voto útil" para sacar al PRI del gobierno y ahora sugieren que hay que ir "con todo" contra el PAN...apoyando al PRI. Es falso que el PAN sea el enemigo principal y el PRI el secundario y que en las elecciones se pueda uno aliar con uno contra el otro; frente a ambos mantenemos independencia política. Como decimos, la derecha en México es bicéfala y en las elecciones se juega el proyecto de quién debe estar en el gobierno y no podemos apoyar a un sector de la derecha contra el otro. Apoyar al PRI, como “enemigo secundario” en las elecciones de 2009 es apoyar la lógica de que ellos deben regresar ante la incapacidad del PAN, es apoyar la campaña del PRI por el regreso. Esa es la consecuencia de afirmar que al definir postura frente a las elecciones, la izquierda no debe tomar en cuenta los principios sino los cálculos inmediatos de las posibilidades electorales porque las elecciones no son el terreno de la izquierda y por tanto no pretender conducirse sobre la base de sus propias definiciones. Cuidado con aquellos que ahora dicen todo contra el PAN y no dicen palabra contra el PRI. Por eso insistimos, en este terreno, frente a todos los que nos escuchen, “ni un voto al PRI, ni un voto al PAN”. Partidos como el PANAL que son pilares de la ACE o el Verde que impulsa la pena de muerte igualmente merecen ser rechazados absolutamente, además de que son apéndices de uno o de otro o de las empresas televisivas.
Durante estas elecciones es que se ha hecho evidente la crisis y el desprestigio de todos los partidos del sistema político-electoral. Esta crisis, especialmente en que se hace evidente el fin del ciclo del PRD como partido de oposición, ha abierto una oportunidad para el reposicionamiento y la construcción de un partido revolucionario. Acordamos la integración del PRT al Frente Amplio Progresista en noviembre del año pasado como el reconocimiento y posicionamiento de un partido de izquierda, sin registro electoral, en ese frente junto con partidos registrados, pero no teniendo como objetivo central la campaña o las candidaturas.
Es nuestro objetivo, en este momento, más bien un objetivo político y no electoral, mostrar la necesidad y posibilidad de otra izquierda en medio de esta crisis, de otro partido de izquierda diferente y que no se define como partido electoral, sino en una perspectiva más amplia, de largo plazo, de transformación revolucionaria de la sociedad.
Lo más importante de esta elección no radica en las campañas y las propuestas (o falta de) de los partidos y candidaturas en juego. Lo más importante es que ha sido el terreno de expresión de la crisis del sistema de partidos y del sistema político-electoral, marcados por el desprestigio, la desilusión, el hartazgo, la náusea y la falta de credibilidad de los partidos actualmente reconocidos y de instituciones como el IFE. El momento es la expresión de una crisis que después del 5 de julio acabará de estallar con la división de partidos o el fin y surgimiento de otros, otro resultado fraudulento de las votaciones y la ya anunciada nueva reforma electoral o política. Es una crisis de todos los partidos y del sistema político electoral que se arrastra especialmente por el fraude electoral del 2006, la debilidad política de un gobierno fraudulento como el de Calderón que con todo y militarización y apuntalamiento de un estado policiaco no adquiere legitimidad y que además se enfrenta a un movimiento que 3 años después continúa vigoroso señalándolo como espurio, un movimiento encabezado precisamente por López Obrador, su gobierno legítimo y el Movimiento por la Defensa del Petróleo, la Economía Popular y la Soberanía Nacional. Pero siendo una crisis de todos los partidos, destaca la ausencia en el terreno político electoral de una alternativa creíble de oposición a la derecha bicéfala PRIAN y que reivindique una posición de izquierda socialista y revolucionaria. La pretensión hegemonista del PRD de presentarse como la única izquierda y su representación política se acabó. Se acabó porque el colaboracionismo con el gobierno de Calderón se instaló y apropió del PRD con la imposición de Jesús Ortega por el Tribunal Electoral, presentándose abiertamente ya como una izquierda a modo del sistema, funcional, “responsable” y se acabó porque se escindieron del movimiento dirigido por AMLO, pretendiendo aislarlo, derrotarlo, marginarlo ya que no pudieron controlarlo en su oposición al régimen espurio. Han abierto una división que nuevamente con la ayuda del fraudulento Tribunal Electoral en el caso de Iztapalapa profundizan. La conversión del PRD con el chuchismo en un partido colaboracionista, palero, y el fraude que seguramente se impondrá en los siguientes días, así como la necesidad de definir los rumbos para continuar la lucha, plantean abiertamente la necesidad urgente de otra izquierda, otra forma de hacer política y otra forma de hacer partido. Otro partido realmente de izquierda. Para nosotros, en medio de la polarización social que la derecha ha impuesto con sus políticas, es evidente la necesidad de un partido de clase, de claro compromiso no solamente democrático e incluyente, sino proletario, es decir socialista y revolucionario como el PRT se ha propuesto construirse. Por esta razón es que decimos que el problema de fondo, la necesidad de una alternativa de izquierda organizada, se expresará más crudamente después del 5 de julio. Y por ello es que estamos convocando a un Congreso Extraordinario del PRT para el 25 y 26 de julio para dar pasos concretos en la reorganización de la izquierda socialista y revolucionaria. Un partido que no está colocado en los marcos del sistema actual en crisis, decadencia y descomposición; un partido sin registro electoral, pero fundado en la voluntad de sus militantes y no donde las decisiones de su vida interna son tomadas “inapelablemente” por un Tribunal externo y ajeno al propio partido. A los compañeros y compañeras de lucha de todos estos años, que hemos estado recorriendo la experiencia en forma paralela en organizaciones diferentes, los invitamos ahora a que construyamos juntos –y en igualdad de derechos- la alternativa de izquierda que hoy se requiere, incorporándose a las filas y al Congreso Extraordinario del PRT de julio 25 y 26. La decisión sobre la forma de votar es táctica, máxime si tomamos en cuenta lo dicho anteriormente sobre el problema de fondo en esta coyuntura. Hay definiciones importantes como oponerse al interés del PRIAN de legitimar una mayoría legislativa para sus planes neoliberales. Por eso insistimos en que debe rechazarse al PRI y al PAN. Pero no hay un partido de izquierda que represente consecuentemente los intereses del pueblo trabajador, ni que nos represente a la izquierda socialista y revolucionaria en el actual escenario electoral. Es por eso que, en todo caso, llamamos a votar diferenciadamente, como ha propuesto el propio AMLO. No se trata de una elección presidencial que obliga a una definición única en todo el país. Votar diferenciadamente puede ser, incluso, anulando el voto donde no hay candidatura respetable. En el marco de esta crisis, dependiendo de cada distrito y cada entidad, si se trata de candidaturas ligadas al movimiento o a la resistencia o de camaradas de la izquierda socialista, podemos votar por el PT o eventualmente por el PRD o anular el voto. Es una decisión táctica.
Es cierto que a la derecha le conviene la propaganda amarillista que muestra la podredumbre de los actuales partidos, sus legisladores o funcionarios, sus candidatos o dirigentes, incluidos los de los partidos de la derecha. Y es la derecha la que quisiera que la gente se quedara en casa, sin participar, aunque esté rumiando su enojo y desprecio por los políticos todos, pero sin hacer nada práctico en contra de esa situación.
Es cierto que hay sectores de la derecha, concretamente provenientes del PAN que con el argumento de la descomposición y corrupción del sistema de partidos y sus candidaturas, promueven la anulación del voto. Pero no descalificamos esta propuesta reduciéndola a una maniobra de la derecha, porque también hay sectores que honestamente la proponen. Generalmente de personas que simpatizaron con el PRD e ilusionadas con la supuesta “ciudadanización” de los procesos e instituciones electorales y de una supuesta transición a la democracia. Es comprensible que ahí haya también una decepción, desilusión y frustración. En la misma lógica de pensamiento esperan que los políticos, partidos e instituciones escucharán ahora la protesta y mensaje de los que anularán el voto. Generalmente subestiman la importancia de la movilización popular, plebeya, que desde las calles lucha por el reconocimiento de los derechos de la gente y contra las imposiciones de la derecha, como hicimos en la defensa del petróleo. Otros como el empresario Martí exige la firma de compromisos de los candidatos que en realidad apuntan a fortalecer al duopolio televisivo a nombre de la “libertad de opinión” y a fortalecer el esquema bipartidista o tripartidista con la propuesta de la supresión de las candidaturas plurinominales, es decir de la representación proporcional. La anulación es también una reacción desesperada y legítima frente al desprestigio y crisis del actual sistema de partidos y el proceso político-electoral. Seguramente que además de la tradicional abstención que ocurre en las elecciones intermedias, en esta ocasión será mayor y también más grande la de los votos nulos (que logren escapar a la manipulación del cómputo de los partidos) Es la señal, desde otra óptica, que estamos seguramente ante la inminencia de un reajuste, reacomodo o recomposición del escenario político-electoral y partidario; como en 1976 o en 1988. Por eso la propuesta del Congreso Extraordinario que recoloca al PRT como referencia de la izquierda socialista en México en medio de esta crisis.
Respetamos la decisión de los que quieren hacer campaña política anulando el voto como una forma de protesta activa (en otra elección nosotros llamamos a depositar papeletas diciendo “otra izquierda es necesaria” o en 1976 a votar por Valentín Campa como candidato presidencial sin registro), la abstención, en cambio, no ayuda a crear conciencia y organización pues es una actitud pasiva que se confunde con la de los apáticos y son votos más fácilmente manipulados por el sistema y sus fraudes, por eso apoyamos también la decisión de los que voten por candidatos del movimiento, de la resistencia o de la izquierda revolucionaria, generalmente postulados en las listas del PT, como son los casos de conocidos integrantes del Gobierno Legítimo de AMLO, de las luchas sociales como el candidato del SME o de la izquierda revolucionaria como es la activista de la solidaridad internacionalista Lucía Morett o el camarada José Martínez Cruz, dirigente del PRT y conocido defensor de derechos humanos.
Es decir, nuevamente debemos decir que la perspectiva está en la movilización de masas, en la acción y fuerza extraparlamentaria, que incide, aun con pocos diputados o senadores, en las decisiones políticas. Lo importante es mantener un movimiento de masas con fuerza y autónomo, que presione, vigile y respalde a los legisladores, según sea el caso. Es otra visión, diferente a la del cretinismo electoral, que subordina todo a los votos y a la obtención de cargos de elección popular aun dejando atrás principios, como hace el cálculo del “voto útil”.
La confusa y compleja situación actual es la prueba de que otra izquierda es necesaria, otro partido claramente radical, de izquierda, socialista y revolucionario es necesario. Ahí se ubica la propuesta del PRT. El 5 de julio habrá de expresarse gran parte de las contradicciones políticas que atraviesan las clases sociales, partidos políticos y movimientos de la más diversa índole que existen en el país. Nuestro llamado a ejercer un voto crítico, conciente, de protesta, diferenciado, para favorecer la construcción de una alternativa de izquierda, un polo socialista y revolucionario, salirle al paso a la derecha y a la despolitización que favorece al gran capital, pasa, como lo hemos dicho, en oponerse abiertamente al PAN y al PRI, dar la batalla al PRD y votar por los candidatos del PT ligados a la izquierda socialista y de los movimientos sociales. ¡Que la crisis la paguen los capitalistas! ¡Por un Gobierno Obrero y campesino!
No Comment on Kidnapping of McKinney
Black Caucus Muzzled
By RUSSELL MOKHIBER
CounterPunch
Got to hand it to J. Jioni Palmer.
He’s learned the ropes of Washington well.
Palmer is the spokesperson for the Congressional Black Caucus.
Rang up Palmer on Wednesday.
Wanted to know whether the Congressional Black Caucus and
Congresswoman Barbara Lee (D-California), it’s chair, had any comment
on the hijacking of the Free Gaza boat – the Spirit of Humanity.
On board – a former Congressional Black Caucus member – Cynthia McKinney.
On June 30th 2009 Israeli Occupation Forces forcibly boarded the boat.
They kidnapped McKinney, Nobel peace prize laureate Mairead Maguire and
19 other human rights workers and journalists who were on their way to
deliver much needed humanitarian and reconstruction supplies to
besieged Gaza.
So, I just wanted to know from Jioni Palmer – uh, given that McKinney
is a former member of the Congressional Black Caucus, you have a
comment on the hijacking, right?
No comment, Jioni said.
Okay, Jioni, how do I spell your name.
What, you are going to quote me saying no comment?
No, Jioni, I’m going to quote you as saying – We’re so freaked out
about pissing off AIPAC, that of course, we’re not going to issue a
statement condemning the hijackers. Who gives a rat’s ass whether
Cynthia McKinney is being held in a jail in the Israeli port city of
Ashdod?
Because that’s what you should say, Jioni, if you were telling the truth.
But you're BS-ing your way – the Washington way.
You send me an e-mail asking exactly what I’m after.
I tell you.
So you say – uh, well, let me get back to you.
You don’t get back to me.
I ring you up again.
I’m trying to get something for you – you say.
My apologies if I don’t meet your deadline -- you say.
Well, don’t apologize to me, Jioni.
Apologize to the Palestinian prisoners of Gaza.
It’s not about you or me or McKinney and her colleagues in jail in Israel.
It’s about basic human decency.
Check it out at freegaza.org.
Russell Mokhiber is editor of Corporate Crime Reporter and founder of singlepayeraction.org
By RUSSELL MOKHIBER
CounterPunch
Got to hand it to J. Jioni Palmer.
He’s learned the ropes of Washington well.
Palmer is the spokesperson for the Congressional Black Caucus.
Rang up Palmer on Wednesday.
Wanted to know whether the Congressional Black Caucus and
Congresswoman Barbara Lee (D-California), it’s chair, had any comment
on the hijacking of the Free Gaza boat – the Spirit of Humanity.
On board – a former Congressional Black Caucus member – Cynthia McKinney.
On June 30th 2009 Israeli Occupation Forces forcibly boarded the boat.
They kidnapped McKinney, Nobel peace prize laureate Mairead Maguire and
19 other human rights workers and journalists who were on their way to
deliver much needed humanitarian and reconstruction supplies to
besieged Gaza.
So, I just wanted to know from Jioni Palmer – uh, given that McKinney
is a former member of the Congressional Black Caucus, you have a
comment on the hijacking, right?
No comment, Jioni said.
Okay, Jioni, how do I spell your name.
What, you are going to quote me saying no comment?
No, Jioni, I’m going to quote you as saying – We’re so freaked out
about pissing off AIPAC, that of course, we’re not going to issue a
statement condemning the hijackers. Who gives a rat’s ass whether
Cynthia McKinney is being held in a jail in the Israeli port city of
Ashdod?
Because that’s what you should say, Jioni, if you were telling the truth.
But you're BS-ing your way – the Washington way.
You send me an e-mail asking exactly what I’m after.
I tell you.
So you say – uh, well, let me get back to you.
You don’t get back to me.
I ring you up again.
I’m trying to get something for you – you say.
My apologies if I don’t meet your deadline -- you say.
Well, don’t apologize to me, Jioni.
Apologize to the Palestinian prisoners of Gaza.
It’s not about you or me or McKinney and her colleagues in jail in Israel.
It’s about basic human decency.
Check it out at freegaza.org.
Russell Mokhiber is editor of Corporate Crime Reporter and founder of singlepayeraction.org
Sobre democracias, voto nulo y otras supersticiones
Daniel Páramo
Rebelión
A unos días de las elecciones intermedias promotores y detractores del voto nulo continúan con lo que León Felipe llamaría sus discusiones de sastre: que si anular es el modo que mejor se ajusta para ejercer presión, que estos votos serían capitalizados por algunas instituciones para confeccionar sus propios proyectos, que si la democracia mexicana necesita vestirse con retazos de participación ciudadana, etcétera. Los ahora llamados anulistas y los viejos conocidos parásitos del voto popular, construyen un ring mediático y defendiendo oscuros intereses fingen que defienden su postura. Hace algunos días la controversia era entre anular y abstenerse. Como ya lo apuntó Massimo Modonesi, estas distinciones son teóricamente indiscutibles pero concretamente ineficaces.
Al margen de esto, probablemente estamos ante un nuevo modo de fomentar una conducta electoral: promocionando inversa o indirectamente las propuestas y mediante pseusocontroversias, con presencia de intelectuales y líderes de opinión no tan intelectuales, y en virulentos espacios electrónicos.
En la base de estas posturas e imposturas suelen encontrarse falacias con un gran poder de convencimiento. La mayoría tienen que ver con la psicologización del IFE, del gobierno o más aún, de entidades abstractas a quienes se les adjudica un inmenso poder y las mismas capacidades apasionadas y parciales para interpretar la conducta electoral que cualquier otro ciudadano: si no votas se va a entender que eres indiferente, o que fue por flojera; si anulas tu voto estás mandando el mensaje de que estás de acuerdo con el sistema pero no con las opciones; si votas por la izquierda la derecha va a experimentar miedo. ¿Quién va a interpretar todas esas cosas?, sobre todo, ¿qué va a pasar al respecto? Los medios de comunicación nos tienen acostumbrados a las profundas exegesis que sin embargo no tienen nada que ver con el curso de la política. Si marchas y plantones no han conmovido al sistema político, menos lo hacen las sesudas interpretaciones de lo que “realmente” quiere decir el electorado al votar o no votar. Para clase política, es decir, para aquellos que tienen como medio de vida al erario público a través de sueldos, bonos, concesiones y tranzas, el sentir popular y sus negocios son cosas diferentes, y uno de esos dos les tiene sin cuidado. Aunque voten menos de la mitad de los electores, aunque lo hagan por miedo o apuntando hacia el menos malo, el negocio de las elecciones seguirá en pie.
El pensamiento mágico que subyace a la propuesta del voto nulo es el mismo que la da vida al ideal de democracia. Se dice que México debe pasar de la democracia electoral a la participativa, de la libertad de expresión al derecho de referéndum y plesbicito; siempre hay un más allá, un etapa mejor. Algún día llegará alguien que realmente me escuche, que en verdad se ocupe de mis necesidades e interprete correctamente mis conductas (electorales en este caso, ya que son nuestra única participación cívica socialmente reconocida, las demás formas de expresión son consideradas más delincuencia que ciudadanía). Ese alguien es un Otro que mañana se llamará IFE y pasado mañana gobierno federal.
La sugerencia de abstenerse en las votaciones es una vieja propuesta anarquista en la que más que pretender cambiar un sistema por medio de un solo mensaje colectivo, y más que intentar subrayar el descrédito de las instituciones, tiene como objetivo una revuelta interior, un movimiento ético. Es una forma radical de politización orientado hacia el cambio en el individuo, que al final de cuentas son personas quienes pueden generar cambios, no instituciones acomodaticias. Yo, como Borges, no creo en la democracia, nunca he sido un supersticioso.
Rebelión
A unos días de las elecciones intermedias promotores y detractores del voto nulo continúan con lo que León Felipe llamaría sus discusiones de sastre: que si anular es el modo que mejor se ajusta para ejercer presión, que estos votos serían capitalizados por algunas instituciones para confeccionar sus propios proyectos, que si la democracia mexicana necesita vestirse con retazos de participación ciudadana, etcétera. Los ahora llamados anulistas y los viejos conocidos parásitos del voto popular, construyen un ring mediático y defendiendo oscuros intereses fingen que defienden su postura. Hace algunos días la controversia era entre anular y abstenerse. Como ya lo apuntó Massimo Modonesi, estas distinciones son teóricamente indiscutibles pero concretamente ineficaces.
Al margen de esto, probablemente estamos ante un nuevo modo de fomentar una conducta electoral: promocionando inversa o indirectamente las propuestas y mediante pseusocontroversias, con presencia de intelectuales y líderes de opinión no tan intelectuales, y en virulentos espacios electrónicos.
En la base de estas posturas e imposturas suelen encontrarse falacias con un gran poder de convencimiento. La mayoría tienen que ver con la psicologización del IFE, del gobierno o más aún, de entidades abstractas a quienes se les adjudica un inmenso poder y las mismas capacidades apasionadas y parciales para interpretar la conducta electoral que cualquier otro ciudadano: si no votas se va a entender que eres indiferente, o que fue por flojera; si anulas tu voto estás mandando el mensaje de que estás de acuerdo con el sistema pero no con las opciones; si votas por la izquierda la derecha va a experimentar miedo. ¿Quién va a interpretar todas esas cosas?, sobre todo, ¿qué va a pasar al respecto? Los medios de comunicación nos tienen acostumbrados a las profundas exegesis que sin embargo no tienen nada que ver con el curso de la política. Si marchas y plantones no han conmovido al sistema político, menos lo hacen las sesudas interpretaciones de lo que “realmente” quiere decir el electorado al votar o no votar. Para clase política, es decir, para aquellos que tienen como medio de vida al erario público a través de sueldos, bonos, concesiones y tranzas, el sentir popular y sus negocios son cosas diferentes, y uno de esos dos les tiene sin cuidado. Aunque voten menos de la mitad de los electores, aunque lo hagan por miedo o apuntando hacia el menos malo, el negocio de las elecciones seguirá en pie.
El pensamiento mágico que subyace a la propuesta del voto nulo es el mismo que la da vida al ideal de democracia. Se dice que México debe pasar de la democracia electoral a la participativa, de la libertad de expresión al derecho de referéndum y plesbicito; siempre hay un más allá, un etapa mejor. Algún día llegará alguien que realmente me escuche, que en verdad se ocupe de mis necesidades e interprete correctamente mis conductas (electorales en este caso, ya que son nuestra única participación cívica socialmente reconocida, las demás formas de expresión son consideradas más delincuencia que ciudadanía). Ese alguien es un Otro que mañana se llamará IFE y pasado mañana gobierno federal.
La sugerencia de abstenerse en las votaciones es una vieja propuesta anarquista en la que más que pretender cambiar un sistema por medio de un solo mensaje colectivo, y más que intentar subrayar el descrédito de las instituciones, tiene como objetivo una revuelta interior, un movimiento ético. Es una forma radical de politización orientado hacia el cambio en el individuo, que al final de cuentas son personas quienes pueden generar cambios, no instituciones acomodaticias. Yo, como Borges, no creo en la democracia, nunca he sido un supersticioso.
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