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3/10/09

Reflexiones en torno al II Congreso Estatal de la APPO

Volver al espíritu de 2006

Claudio Albertani

Rebelión

Acudí en calidad de invitado al Segundo Congreso Estatal de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca que se celebró los días 20, 21 y 22 de febrero de 2009 en el Hotel del Magisterio de la ciudad capital. El primer Congreso (noviembre de 2006) había lanzado un ambicioso plan de lucha en materia de justicia social, derechos laborales, defensa de los pueblos indígenas y del medio ambiente. La APPO era el principal referente de la lucha social en México y tenía una fuerte proyección internacional.

Ahora sabemos que por entonces ya había empezado el funesto proceso de derechización que el país vive en la actualidad. Oaxaca era de alguna manera una feliz anomalía. El gobierno despótico y corrupto de Ulises Ruiz, había generado aquí una respuesta masiva, creativa y esperanzadora. Sin renunciar a sus diferencias, maestros, trabajadores, comunidades indígenas, artistas, estudiantes, migrantes, colectivos libertarios, militantes de organizaciones políticas y personas sin partido habían confluido en la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), una experiencia al mismo tiempo insólita e inmemorial. Insólita, porque la participación popular había temporalmente hecho a un lado el ámbito reducido de las organizaciones políticas de la izquierda local e inmemorial porque se enlazaba con las tradiciones autogestivas de los pueblos indígenas mesoamericanos. Dos años y algunos meses después, la circunstancias que dieron origen al movimiento -un gobierno especialmente siniestro y un pueblo extraordinariamente creativo- no solamente se mantienen vigentes, sino que incluso se incrementaron. Contra todas las expectativas, Ulises sigue ahí y la guerra sucia también, aunque metamorfoseada para no asustar a los turistas. Se logró la liberación de la mayoría de los detenidos de 2006, pero los presos de Loxicha, de Xanica, de San Blas Atempa y algunos appistas siguen en la cárcel.

La represión se hizo más discreta; no hay tanquetas ni pefepos patrullando las calles del centro, pero la paz está muy lejos. Ahora los operativos se llevan a cabo sobre todo contra jóvenes de barrios marginales y en regiones remotas, como la zona triqui, se vive un estado de violencia insoportable. Siguen los megaproyectos como la presa hidroeléctrica Paso de la Reina que la Comisión Federal de Electricidad pretende construir sobre el río Verde sin importar la oposición de los lugareños. Aumentan, asimismo, los crímenes de género. De acuerdo a cifras oficiales, en los primeros once meses de 2008, 55 mujeres fueron asesinadas en Oaxaca, de las cuales once son triquis.

El II Congreso Estatal de la APPO tenía entre sus objetivos, nombrar a una nueva dirección colectiva, ponderar la situación actual y enfrentarla regresando al espíritu de 2006. ¿Lo logró? El balance es dispar. En primer lugar, este fue un Congreso disminuido. Algunas agrupaciones importantes con base social en las comunidades, como Organizaciones Indias por los Derechos Humanos en Oaxaca (OIHDO), Alianza Magonista Zapatista (AMZ) y Consejo Indígena Popular de Oaxaca “Ricardo Flores Magón” (CIPO-RFM); o urbanas como Dignidad Rebelde y un buen número de colectivos libertarios se retiraron o, de plano, optaron por no participar pues consideran que hoy la APPO no es más que un cadáver cuyos despojos se disputan políticos oportunistas en busca de candidaturas en las próximas elecciones. Así las cosas, algunos muchachos enardecidos se hicieron presentes a las afuera del Hotel del Magisterio con pintas murales y una ruidosa manifestación de protesta.

Otros grupos como Voces Oaxaqueñas Construyendo Autonomía y Libertad (VOCAL), Colectivo Casota más algunos individuos autónomos representantes de comunidades y colonias optaron por dar la batalla desde adentro participando activamente en la organización previa e interviniendo en las mesas de trabajo. Éstas se articulaban en cinco temas: 1) el movimiento popular oaxaqueño y los distintos contextos actuales a nivel internacional, nacional y estatal; 2) balance crítico y autocrítico del movimiento popular de la APPO de 2006 a la actualidad y perspectivas; 3) los documentos básicos de la APPO; 4) La transformación democrática del país, con justicia y libertad; 5) pliego petitorio, plan de acción y política de negociación y de alianzas.

En la práctica, las intervenciones giraron invariablemente en torno a tres puntos obsesivos: 1) participar o no participar en las elecciones bajo el membrete de la APPO; 2) negociar o no negociar con el Estado y 3) decidir por consenso o por mayoría. Las fuerzas eran desiguales pues los grupos tradicionales como el estalinista Frente Popular Revolucionario (FPR) y Nueva Izquierda de Oaxaca (NIOAX, ahora tramposamente rebautizada “Comuna de Oaxaca”), más sus articulaciones en la Sección 22 del sindicato magisterial venían sobre-representados e, incluso, llevaban acarreados en el mejor estilo priísta. Al comprender que se les estaba utilizando, algunos representantes de las comunidades -como el delegado de San Pedro Gregorexe- se retiraron horrorizados.

La consigna era clara: imponer a como diera lugar una estrategia de alianzas con los partidos políticos llamados de izquierda presentando candidaturas conjuntas a las próximas elecciones políticas del mes de julio. En una situación tal, los opositores no la tenían fácil, pero sería un error afirmar que fueron derrotados. Su primera victoria -aunque sea simbólica- fue la remoción de los retratos de Stalin, Lenin, Marx y Engels colocados, como de costumbre, por el FPR. Hubo algunas participaciones destacadas. El viernes 20, el pintor zapoteco Nicéforo Urbieta, integrante de la Comisión de Cultura de la primera dirección provisional de la APPO, relató una anécdota significativa. En el verano de 2006, cuando el movimiento estaba en su apogeo, la APPO empleaba un logo conformado por una mazorca y dos bastones de mando. Según Urbieta, el maíz manifiesta la fuerza espiritual y la manera de estar en el mundo de los pueblos mesoamericanos. Expresión de la comunalidad indígena, los bastones de mando simbolizan a Quetzalcóatl y Tezcatlipoca, los principios universales de creatividad y destrucción.

El logo representaba gráficamente los caracteres distintivos de un movimiento que reivindica sus raíces indígenas. Sin embargo, en el Primer Congreso de la APPO, las organizaciones políticas impusieron “por mayoría” un logo mucho más banal: puños cerrados y la sempiterna estrella roja en el trasfondo de una manifestación enmarcada en un mapa de Oaxaca. Esa transformación no es casual. Según Urbieta, representa el regreso a una lógica política en donde los movimientos sociales son un botín para lograr ya sea la (hoy devaluada) “dictadura del proletariado” o, incluso, un simple escaño en el Congreso.

El sábado 21, sobresalieron las ponencias de Gustavo Esteva y Benjamín Maldonado. Gustavo presentó un brillante análisis de la crisis económica internacional relacionándola con la situación nacional y el movimiento social en Oaxaca. Estamos en el fin de un ciclo histórico, apuntó. Pero: ¿cuál? Nadie sabe a ciencia cierta de qué se trata. Los (pocos) economistas honestos advierten que todos los pronósticos fallan. No es una simple fase de prosperidad que se agotó; fracasó la fe ciega en el mercado, esa que se llamó neoliberalismo y que no era nueva ni liberal.

Los mecanismos de los años treinta -siguió- ponían el acento sobre la estabilidad y la prudencia. El neoliberalismo los destruyó creando legiones de descontentos en todo el mundo. Hoy, 100 personas poseen más riqueza medible que el resto de la humanidad (y, añado yo, se alistan para defenderla a como dé lugar). Algunos piensan que vivimos el suicidio del capitalismo por la arrogancia de unos pocos, pero podría ser una muerte interminable que acabaría matándonos a todos. ¿Desglobalización? He aquí un concepto engañoso pues la globalización empezó hace siglos; tal vez la novedad sea que Estados Unidos perdió su capacidad imperial. Murió también la democracia formal. ¿Tenemos que ponernos de luto? No. Ese fue un régimen elitista: una oligarquía benevolente en el mejor de los casos, una dictadura pestífera en el peor. Y finalmente murió la Ilustración, esa utopía de un capitalismo igual para todos.

En nombre de la “democracia”, vivimos hoy el fantasma del control sobre la población y los individuos. El imperativo es repeler cualquier disidencia. Los gobiernos exaltan incluso el ejercicio criminal de toda forma de poder con tal de permanecer en donde están. Lo que acaba de ocurrir en Gaza puede ser el ensayo general de lo que nos puede pasar a todos. Lo que se buscaba no era acabar con Hamas; para la autoridad nada se asemeja más al terrorismo que las personas ordinarias y tal vez tenga razón.

En México hay dos presidencias y ningún gobierno. Oaxaca tiene la mejor legislación indígena del continente. ¿Y de qué sirve? Es violada a diario por los tres poderes. Para salir de la crisis -insistió Esteva-, necesitamos otros instrumentos. Felizmente un número creciente de personas se da cuenta de que las elecciones son siempre manipuladas y quienes resultan elegidos incluso con elecciones limpias no respetan a las mayorías que los eligieron.

La insinuación era evidente y los presentes no pudimos menos que pensar en la gestión gris y anodina del diputado local Zenén Bravo, militante del FPR elegido en 2007 en las listas de Convergencia, el partido de la contrainsurgencia en Chiapas…

La nueva era -concluyó el ponente- empezará cuando sepamos acuñar nuevos conceptos. El socialismo de tipo soviético ya no es opción pues aun cuando en un principio se definió por un aliento comunitario se volvió estatismo y colectivismo burocrático. Al final murió por autodestrucción.

En 2006, Oaxaca se anticipó a lo que sucede en el mundo en dos sentidos: la creatividad de los pueblos y la represión de los estados. Para regenerar a la APPO lo que no hay que hacer es regresar a la vieja política de los partidos y sus elecciones. La única opción es fortalecer sus estructuras horizontales y descentralizadas en la tradición comunitaria de los pueblos de Oaxaca. Aquí el diagnóstico de Esteva fue tajante: si no consigue resolver estos aspectos fundamentales la APPO se va a convertir en una secta.

Por su parte, Benjamín Maldonado enmarcó la experiencia de la APPO en el contexto mesoamericano. El colonialismo no ha muerto, explicó. Con la independencia se acabó la dominación de los españoles, pero ahora es la sociedad nacional que domina a los pueblos indígenas de una manera que Benjamín definió volcánica, es decir particularmente destructiva. Ante la nueva situación, los pueblos resisten igual que siempre. ¿Cómo? Gracias a la vida comunal que se articula en tres aspectos: 1) las tierras comunales; 2) instituciones como el tequio (apoyo mutuo), la asamblea del pueblo y la fiesta popular; 3) una arraigada mentalidad comunitaria.

Esto es lo que en Oaxaca se define “comunalidad”, la savia que alimenta la resistencia indígena. Una resistencia que, si la expresamos en términos occidentales, podemos llamar autogestiva. Los pueblos viven de manera autogestiva en la medida en que se evaden de la tutela del Estado y de instituciones “separadas” como los partidos políticos. En este sentido, la APPO lucha en continuidad con esa experiencia histórica: detrás están los pueblos indígenas.

Hoy, los pueblos indígenas enfrentan tres peligros principales: los partidos políticos que se infiltran en sus asambleas y las vacían de contenido; la educación indígena que desarticula los valores comunitarios al mismo tiempo que los “nacionaliza” y las sectas protestantes que dan al traste con sus estructuras sociales. Es por esto que el movimiento indígena se propone “reconstruir” los pueblos. La APPO también podría reconstruirse alejándose de la politiquería, regresando a sus raíces indígenas y a la experiencia de los jóvenes urbanos que descubrieron su propia “comunalidad” al calor de las barricadas de 2006.

Plantear la “toma del poder” es una frase hueca en primer lugar porque la experiencia de las revoluciones traicionadas del siglo XX nos dice que el poder no es un objeto que se toma, sino una relación social que se construye y, además porque en la actualidad esa “toma” no tiene bases en “contrapoderes” locales articulados entre sí. En este sentido, la APPO podría transformarse en una federación de asambleas, en lugar de seguir existiendo como una asamblea de pueblos. El movimiento -finalizó Maldonado- se puede reconstruir a partir de una consolidación de los poderes regionales.

Me parece que las intervenciones de Urbieta, Esteva y Maldonado expresaron el sentir de muchos de los presentes, a pesar de las condiciones poco favorables en que se desarrolló el Congreso. La jornada del domingo se caracterizó por los ajetreos entre los electoreros y los muchachos de VOCAL que dieron la batalla sin dejarse amedrentar. No fue en vano. Al cabo de un debate agotador que se prolongó hasta las 11 de la mañana del lunes 23, ninguno de los tres puntos que inquietaban a los “políticos” -la participación electoral, la negociación con el Estado y las decisiones por consenso- se había resuelto a su favor.

La declaración final del Congreso consigna que “esta asamblea no es un trampolín político. Si algún compañero quiere participar en el proceso electoral tendrá que renunciar al cargo que ostenta en la APPO de manera pública con 5 meses antes de su registro” (el plazo, por lo tanto, ya venció pues las elecciones serán en julio). Asimismo, el documento exige “libertad inmediata e incondicional a los presos procesados y perseguidos políticos” reiterando que “la APPO no tiene política de negociación a partir de que desconoce al gobierno local y federal”.

Las maquinaciones, sin embargo, no terminan aquí. Si bien ya se designaron algunos concejales, quedan pendientes los de las regiones estratégicas Valles e Istmo. Y ahí es donde los “políticos” pueden volver a ganar. El debate no les importa, las ideas tampoco. Lo único que les interesa es permanecer en la dirección del movimiento y mantener el control de la relación con los medios de comunicación. Estos mismos medios que, lejos de informar sobre los verdaderos hitos del Congreso, una vez más optaron por manipular los hechos tachando de “provocadores” (véase, por ejemplo, Pedro Matías, “Pretendieron alebrijes reventar foro de la APPO”, Noticias, 21 de febrero) justamente a quienes, contra viento y marea, luchan por defender el espíritu de 2006.

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