Gustavo Castro Soto
otrosmundoschiapas.org
Supongamos que no lucháramos contra el capitalismo. Tarde o temprano el sistema igualmente colapsaría ya sea desde el punto de vista ambiental, financiero o social. El modo de extracción de los recursos y la acumulación de capital no son sustentables en sí mismos lo que llevaría a un agotamiento tal que los recursos del planeta no darán para más. Esto pareciera una invitación a cruzar los brazos y esperar su colapso. No. No es así. Con mayor razón nos lanza a buscar acabarlo antes de que nos acabe, antes de que nos deje sin nada sobre qué construir otra vida que garantice la felicidad para toda la humanidad.
En la región mesoamerica han crecido las luchas de resistencia por todos sus rincones. Casi no hay aspecto o temática que no tenga atrás una lucha de resistencia. Sin embargo, en muchas ocasiones nos cuestionamos sobre su articulación, sobre su posible dispersión, sobre las estrategia que debieran seguir o compartir, o de las alternativas que debieran implementar, y otros cuestionamientos que surgen en todos los foros y encuentros. Lejos de hacer un balance para lo cual este autor no está calificado, mencionamos al menos algunas luchas y redes significativas con la advertencia de que no se agotan. También abordaremos una reflexión sobre los retos de los movimientos sociales y más aún en el contexto del golpe militar en Honduras.
Algunas de las luchas
En el caso de Panamá podemos destacar la lucha por los derechos humanos y en especial las reivindicaciones de los derechos laborales, así como la lucha contra las presas y la minería.
Recientemente contra el turismo residencial que va creciendo aceleradamente en las costas panameñas y con más vigor la defensa de los derechos de los pueblos indígenas, sus tierras y territorios. En Costa Rica cabe mencionar la lucha contra los tratados de libre comercio y de asociación, cuyo proceso ha sido un ejemplo de movilización social en la región. Pero también los costaricenses luchan contra la expansión escandalosa del monocultivo de la piña, contra la militarización extranjera y lo que fue el intento de instalar la escuela policiaca y militar de la ILEA, contra la construcción de presas y los proyectos mineros, contra la privatización de la energía eléctrica así como la defensa de los derechos de los pueblos indígenas, entre otras.
En Nicaragua podemos destacar la lucha por el agua como un derecho humano, contra la deuda externa y ecológica; contra los agroquímicos, las presas y los efectos de la privatización de la energía en manos de las trasnacionales, por los derechos de las mujeres y de los pueblos indígenas, contra los tratados de libre comercio y de asociación. En Honduras ha sido fuerte la lucha contra las presas, contra la minería y la militarización norteamericana, por los derechos sindicales, contra la deforestación y por la defensa de los bosques, contra la deuda externa y las granjas camaronícolas, por los derechos de los pueblos indígenas, sus tierras y territorios. Y ahora todos juntos contra el golpe militar, su oligarquía y los intereses de Estados Unidos y del narco cimentados en nuestro hermano país. En El Salvador rescatamos entre otras la lucha que se ha llevado contra las represas y la minería, contra la deuda externa y ecológica, la lucha por los derechos de las mujeres, la defensa del derecho a los servicios públicos, la ecología y el medio ambiernte, por el agua como un derecho humano y contra los tratados de libre comercio y los efectos el cambio climático, entre otras.
En Guatemala podemos destacar la lucha por la defensa de los derechos de los pueblos indígenas, por su tierra y territorio, así como las luchas contra las represas y al minería; la lucha contra la militarización, la violencia, la impunidad y por los derechos humanos; contra los efectos de la privatización de la energía eléctrica; contra los transgénicos, los tratados de libre comercio y los efectos de la explotación petrolera. En el sur-sureste de México podemos rescatar la lucha contra las represas y la naciente lucha contra la minería; contra los efectos de la explotación petrolera y las privatizaciones, la militarización y por los derechos de los pueblos indígenas, sus tierras y territorios; por los derechos humanos y contra los parques eólicos en manos de las trasnacionales europeas, contra la biopiratería, los trasngénicos y por la defensa de los derechos de las mujeres. Y al final de cuentas, toda la región contra el Plan Puebla Panamá (hoy Plan Mesoamérica) y contra el ALCA. Ahora, todos contra el golpe militar en Honduras porque el futuro de Honduras será el futuro de América Latina y el Caribe. Por ello, nuestro eje de lucha, de articulación, debe ser Honduras.
Sin embargo, también existen otros aspectos importantes en las agendas de los movimientos sociales como son la salud y sus redes, los agrocombustibles, los monoculivos de árboles (palma africana, el eucalipto, el pino, etc.); las incidencias en políticas públicas y otros temas que van surgiendo e incorporándose a la lucha. Todo lo anterior, por decir algo.
Algunas de las redes
Las luchas ya mencionadas se articulan a un sinfin de procesos sociales regionales y continentales. Algunas se articulan a uno o diversos actores, por ejemplo, alrededor de la Vía Campesina o la Coordinadora Latinaomericana de Organizaciones dcel Campo (CLOC); otras en torno a la Convergencia de Movimientos de los Pueblos de las Américas (COMPA), al Grito de los Excluidos, a Amigos de la Tierra Internacional o a la Red Latinoamericana contra las Represas (REDLAR). En la región también están los esfuerzos de la Asamblea Social Continental (ASC), Jubileo Sur, el Foro Mesoamericano, el Encuentro Hemisférico contra la Militarización, la Marcha Mundial de las Mujeres (MMM), las redes mineras, de los Pueblos Indígenas, Abya Yala, el Movimiento de Víctimas y Afectados por el Cambio Climático, la Red de Acción en Plaguicidas de América Latina (RAP-AL), la Red Vida, la Red Contra los Monocultivos de Arboles (RECOMA), OilWatch, la Red contra Transgénicos, la implementación de Tribunales Permanentes de los Pueblos, entre otras muchas redes y actores colectivos.
Estas son por mencionar algunas, y muy pocas, de las que existen entre la gran gama de temáticas y ejes articuladores.
Pese a la gran variedad y aparente dispersión del movimiento social, nos parece que más bien se van articulando desde sus luchas locales y problemas específicos, concretos. Ya sea por el agua, la mina, la presa, la palma africana, el monocultivo, la carretera, la tierra, la privatización, la biodiversidad, los derechos humanos, etcétera. Así, el movimiento social se fortalece en la medida en que especifica su objetivo de lucha e integra en él la visión global. En otras palabras, trabajando en lo local y pensando en lo global. ¿Dónde se da entonces la posibilidad de una verdadera articulación? En el proceso inverso, en el trabajo global pensando en lo local. Por ello, el movimiento social, cada lucha, no puede dejar de hacer presencia en estos dos escenarios, lo local y lo global, lo coyuntural y lo estructural.
En la medida en que muchas redes y procesos sociales van incorporando una visión global, articulada e integral, se van fortaleciendo y creando puntos de vinculación y de articulaciones. El agua se ve desde la óptica de las represas, de la privatización, de la minería, de los servicios públicos, de los monocultivos, etcétera. De ahí que las redes por la defensa del agua como un derecho humano tienen la posibilidad de articularse con la lucha antirepresas. Del mismo modo, otras redes como las de represas, en la medida en que integran y dimensionan globalmente su problemática, articulan la lucha con el tema del agua, de la tierra, la biodiversidad, los parques eólicos, los campos de agrocombuistibles, el cambio climático, la privatización del agua y de la energía, las Ifis, etc. El tema de la deuda se vincula con el de los tratados de libre comercio, la militarización, el agua, los megaproyectos, la deuda ecológica, los derechos humanos, entre otros. La lucha contra los transgénicos con la soberanía alimentaria, con la salud, las corporaciones trasnacionales, el agua, la tierra y el territorio, etc. Y de este modo, todas las temáticas, ejes y sectores, en la medida que integran una visión global, sistémica y articulante, tarde o temprano se juntan, se encuentran. Así, respetando la peculiaridad de cada movimiento, de la lucha y los problemas que le preocupan y que tiene enfrente, son capaces de lograr la unidad con otros actores. Y esto está sucediendo en Mesoamérica. Y todos ellos desde la óptica y perspectiva de género, de los derechos humanos y de las mujeres, de la miltarización de todos los recursos naturales y los megaproyectos más que neoliberales, corporativos.
Hay quienes abogan por eliminar lo que aparentemente son temas que sectorizan, pulverizan o dividen, con el fin de conformar procesos amplios en torno a conceptos y realidades macro, como la “lucha por la tierra y el territorio”, “lucha por la soberanía”, “lucha contra el capitalismo”, “lucha por la unidad de los pueblos”, “lucha contra el neoliberalismo”, entre otros, que abracen toda forma de resistencia. Y estamos de acuerdo en ello, en procesos amplios que aglutinen fuerza social y política. Sin embargo, eliminar las particularidades de las luchas quizás nos lleve, mínimamente, a perder fuerza en lo local, ese elemento que da identidad y unidad social a un grupo social en torno a los problemas que se tienen enfrente y que son necesarios resolver y enfrentar, desde donde las personas se identifican para resolver sus problemas inmediatos. Así, comunidades y organizaciones tienen una plataforma de vínculo hacia otros procesos. Desde lo local a lo global y lo global a lo local, necesariamente. De quedarse en alguno de los polos existe el peligro de que el movimiento social, o uno de sus actores, se pierda en la realidad. Por ejemplo, no hace mucho el eje que articuló exitosamente la lucha social continental fue contra lo que se le llamó el Plan Puebla Panamá (PPP) y el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Los movimientos desde sus especificidades simplemente entendieron que la perspectiva de su trabajo debería leerse desde la lucha contra el PPP y el ALCA. Independientemente del sector, tema, eje o el lugar físico o político en que se encontrara. Y se logró. Y fueron exitosas. Pero hoy es otra cosa, el gran capital y la crisis actual del capitalismo está orientando estrategias nuevas y ese es el reto del movimiento social ahora: encontrar la nueva perspectiva de lucha común. Eso sí nos falta en Mesoamérica, pero también en el continente entero.
Sin embargo, en medio de este proceso surge un acontecimiento que articula al movimiento social: el golpe militar en Honduras. Porque el futuro de Honduras será el futuro del Continente. Un desenlace a favor de los golpistas podría marcar la ruta que envalentonaría en otros países a las oligarquías, narcos, militares, trasnacionales y a los Estados Unidos de que sí se puede detener el avance de los procesos sociales y las luchas políticas pacíficas por medio de otra ola de golpes militares, democraticidios y violaciones a los derechos humanos. Hasta los nuevos gobiernos de izquierda para unos y supuesta izquierda para otros, siguen siendo una amenaza a la acumulación de la riqueza.
Algunos puntos para el debate
Aunque no hay espacio ni es el momento, lo será para otra ocasión, mencionamos algunos puntos para el debate que nos parecen importantes. Primero afirmamos que el neoliberalismo ya se acabó, casi se agotó, que no fue un fin en sí mismo sino la aplicación de políticas de ajuste para un interés: la incoporación del gran capital, de las grandes trasnacionales en el control económico y político. Por ello confirmamos que estamos en un nuevo modelo que denominamos Corporación-Nación. De esto ya hemos hablado en otros momentos(1). Lo segundo es que la globalización neoliberal no fue tal, que no fue tan global. Los países menos neoliberales son los del Norte, los más proteccionistas, los que más subsidian a sus economías, los que más rescatan empresas y los que, entre ellos, no existen Acuerdos de Libre Comercio. Lo tercero es más espinoso y consideramos no está del todo explorado, aclarado o consensuado. Es la visión sistémica. Esto significa ¿cuál es el análisis de los movimientos sobre el sistema capitalista? ¿Cuál es el diagnóstico que hacemos del sistema y su actual crisis? Este será la clave para discenir las alternativas anti sistémicas, anticapitalistas.
Por último y más difícil de digerir. Supongamos que no lucháramos contra el capitalismo, sino que lo apoyamos, lo acompañamos, lo defendemos y lo impulsamos. Tarde o temprano el sistema colapsaría ya sea desde el punto de vista ambiental, financiero o social. El modo de extracción de los recursos y la acumulación de capital no son sustentables en sí mismos lo que llevaría a un agotamiento tal que los recursos del planeta no darán para más. A esto nos referimos cuando decimos que el capitalismo, con nosotros o sin nosotros, llegará a su fin, que no es eterno. Esto asusta a muchos y hay quien se desgarra las vestiduras. Pareciera una invitación a cruzar los brazos y esperar su colapso. No. No es así. Con mayor razón nos lanza a buscar acabarlo antes de que nos acabe, antes de que nos deje sin nada sobre qué construir otra vida que garantice la felicidad para toda la humanidad. Con mayor razón nos debe mantener en movimiento. Pero es el movimiento ¿de lucha?, ¿de resistencia?, ¿o de alternativas?
Consideramos que la actual crisis del capitalismo no es una crisis coyuntural o modélica (la transición de un modelo a otro que por cierto no es el noeliberalismo sino el modelo Corporación-Nación), sino que se trata de una crisis sistémica. ¿Cuándo terminará esta crisis? ¿A qué sistema estamos transitando? Eso no toca abordarlo ahora, pero dejémoslo sobre la mesa.
Algunas reflexiones sobre las ¿luchas? ¿resistencias? ¿alternativas?
Por lo general nos encontramos en los movimientos dos conceptos que recurrentemente aparecen en el vocabulario, discursos, gritos, consignas y declaraciones: “lucha” y “contra”. Para todo somos primero “anti” antes que “alter”, de alternativas. Pero para saber contra qué luchamos es necesario conocer qué es el Sistema Capitalista. Así, al hacer su diagnóstico, o sea, en qué momento se encuentra de su existencia, cuáles son sus posibilidades reales de reproducción, podremos encontrar las pistas de qué implica el anti-capitalismo, lo anti sistémico, cuál es la mejor estrategia, cómo generar una experiencia o una realidad anti sistémica.
‘Anti’ es un prefijo griego que significa «protección contra», «prevención contra» o «lucha contra». Sin embargo preferimos usar la connotación de ‘opuesto’ o ‘contrario’. Así, cuando hablamos de experiencias anti-sistémicas nos referimos a aquellas experiencias y realidades opuestas o contrarias al Sistema Capitalista; al discurso y a las prácticas sociales y políticas unidas en lo cotidiano en un individuo o colectivo sociales, con características distintas o diametralmente opuestas a las que alimenta a este sistema. Experiencias que en mayor o menor grado reflejan un alter-nato, o sea, otras formas distintas muy suyas de vivir la vida con su propio sistema.
Las expresiones y experiencias anti sistémicas siempre han existido. Unas con mayor o menor impacto, con mayor o menor presencia social, con mayor o menor tiempo de duración histórica. Sin embargo, ellas no lograron conformar un sistema hegemónico que globalice las reglas de vida de toda la humanidad, como lo ha hecho el sistema capitalista, porque su esencia no es la hegemonía. Curiosamente otros mundos subsistentes no capitalistas se encuentran entre diversas culturas indígenas del mundo, y las alternativas antisistémicas emergentes se dan por lo general en las zonas rurales o entre la población excluida de los supuestos beneficios del sistema dominante actual. Pero veamos más allá. Las luchas anti-sistémicas pueden ser de varias formas. Mencionemos algunas:
1) Resistencia: resistir viene del latín resistere que significa tolerar, rechazar, aguantar o sufrir; oponerse a la acción o violencia de alguien o algo. Hay personas o movimientos sociales que aguantan y toleran los efectos del Capitalismo: no pago, no veo, no compro, no voy... Resisto.
2) Resistencia Activa: incluye la Resistencia pero con una forma activa de oponerse y rechazar a) algunas de sus expresiones como impedir que se construyan carreteras, puentes, represas, minas, monocultivos de eucalipto o palma africana; o estrategias para combatir la pobreza, contra los bajos salarios, contra el uso de agroquímicos, etcétera; b) o rechazar algunos de sus actores (empresas trasnacionales y gobiernos) por medio de acciones de boicots, u otras medidas; c) o detener, aletargar o evitar algunos de los mecanismos de acumulación y reproducción del Sistema Capitalista como las protestas contra la Organización Mundial del Comercio (OMC), el G-8, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), el BID, la Deuda Externa, el Plan Puebla Panamá, el IIRSA, el Foro Davós, las negociaciones de los Tratados de Libre Comercio, etcétera.
3) Resistencia Propositiva: esta lucha puede incluir las dos anteriores y necesariamente la de emancipación. Las luchas emancipadoras implican la liberación de la subordinación o del dominio que ejerce el Sistema Capitalista. Pero no hay liberación si no se da la transformación de la realidad para construir alter-natos de forma integral. Sólo así se libera de la dependencia. Y será más alter-natos en la medida en que más elementos anti-capitalistas tenga. De esto también hemos hablado en otro momento.(2)
Pero podemos mantener, alimentar, potencializar el capitalismo sin darnos cuenta o de manera ingenua al pensar que implementamos supuestas alternativas. Los que reciben algún beneficio del sistema cuidan que ese interés se mantenga, se perpetúe y mejore, por lo que sus expresiones son reformistas o con argumentos de “humanización” del capitalismo, lo que intrínsecamente no se puede.
Por ello, no toda lucha contra el capitalismo en su expresión o reproducción significa que estamos generando otras expresiones y realidades diferentes al capitalismo. Así, vemos organizaciones o movimientos sociales con un análisis y un discurso antisistémico pero que sus prácticas no lo son; o hay movimientos sociales que no explicitan lo anti sistémicos pero sus practicas son profundamente anti capitalistas, simplemente viven el “alter-nato”. De cualquier manera, los movimientos son precisamente eso, movimientos, procesos que suben y bajan, que tienen sus ciclos de vida, cumplen su objetivo, se desgastan, surgen nuevos, se funden, se multiplican, se transforman. Todo en movimiento, lo que se detiene se pudre. Los hay más estructurados, los más amplios, con direcciones colectivas, con secretariados, coordinaciones, secretarias ejecutivas, comités, o con direcciones mesiánicas o caudillistas, entre otras muchas formas.
El golpe militar en Honduras nos pone nuevamente en una disyuntiva. Quienes consideran que la historia es ascendente, de menos a más, evolutiva, o que las civilizaciones son acumulativas, reproducen exclamaciones como “cómo es posible que en pleno Siglo XXI pase esto”. Que las dictaduras militares, los genocidios o los grupos armados son cosa del pasado. Si nos vanagloriamos de nuestras luchas libertarias que nos dieron patria, hacemos memoria y festejamos las luchas de independencia y de los procesos revolucionarios, aunque fue a costa de millones de muertos en todo el Continente, hay la tentación de alarmarse de esos mismos procesos hoy en día. Todos los caminos del pasado, independientemente de su valoración, siguen presentes y estarán vigentes toda la vida mientras los que sustentan el poder con la represión no quiera soltar sus privilegios. No es regresión, lamentablemente así somos la humanidad. No es una apología de las luchas revolucionarias armadas, simplemente decimos que estará presente tentativamente en muchos pueblos que no ven otras salidas para lograr justicia como lo hicieron en antaño y sobre quienes nos orgullecemos y festejamos. Y esto puede estar latente en cualquier región de mesoaérica. Aunque básicamente casi todas las Independencias se dieron por medio de procesos armados en nuestro hemisferio, creemos que las luchas políticas seguirán siendo el camino privilegiado para lograr otros sistema donde quepamos todos los mundos.(3) Pero vale la pena no sólo resistir, sino hacerlo activamente y propositivamente.
El alter-natos
Actualmente hablamos en los movimientos sociales sobre la necesidad de buscar alternativas a este capitalismo en crisis estructural. La palabra “alternativa” proviene del latín alter, altera, alterum, un pronombre (pro-nomen, “en lugar del nombre”) que significa el otro, entre dos alternativas.
Pero cuando hablamos de la alternativa al Sistema Capitalista no nos referimos a la única otra ‘alternativa’, como si solo hubiera que elegir entre dos cosas, entre el Capitalismo o la otra cosa que no conocemos pero que a final de cuentas será otra cosa hegemónica. Esto significa reducir a dos la realidad que es abierta y diversa. No optamos por una hegemonía para abrazar otra que se imponga y domine a los demás. Por ello la diferencia con otro pronombre, “alius”, que proviene también del latín alius, alia, aliud, que significa otro, entre tres o más opciones o posibilidades. Sin embargo, para algunos estudiosos del tema con el paso del tiempo se borró la diferencia y se incluyó en alternativa la idea de opción entre dos o más posibilidades. Y descubrimos que esto es el Alter, los Otros.
Las palabras alterado o inalterable, que significa que no es afectado por los hechos externos; o altercado, e incluso enaltecido que significa magnificado o resaltado por otros que no son él mismo, sugieren un movimiento de fuera hacia dentro. Por ello insistimos en la perspectiva de adentro hacia fuera, el ‘Natos’. Se trata de encontrar, lograr, potenciar, descubrir o crear ‘lo que se nace naturalmente’, de lo que es suyo, propio, que ‘nace de la suidad’, ‘de la mismidad’. Que es propio de un pueblo, de una cultura. Este es el “Natos”. Es lo otro que nace desde adentro. Es esta unidad mundanal que nace de la unidad de suidades, de mismidades. Sólo la diversidad genera unidad. Y sólo existe la unidad porque hay diversos.
Es por ello que la diversidad de culturas hace posible que en el Mundo haya Otros Mundos propios, suyos, distintos al Sistema Capitalista. Por ello, Alter-Natos son Otros Mundos, otros sistemas diversamente unidos. Por ello el movimiento social no es uno, sino muchos, con una lucha anti capitalista local y con visión global sistémica, pero en búsqueda y en experiencias reales aquí y ahora de cada vez mayor plenitud humana. Esta es la lucha antisistémica en Honduras donde se gesta un Alter-Natos, una nueva esperanza. Nuestro sueño no es un sueño: ¡Un Mundo sin Capitalismo! www.ecoportal.net
Gustavo Castro Soto - Otros Mundos, AC - San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México. www.otrosmundoschiapas.org
(1) Véase “El Modelo Corporación Nación”, en http://otrosmundoschiapas.org/index.php/modelo.html
(2) Véase “Otros Mundos; Los Elementos Anti-sistémicos”, http://otrosmundoschiapas.org/index.php/alternativas.html
(3) Recomendamos ampliamente el libro de Luis Suárez, “Un Siglo de Terror en América Latina/Cronología de crímenes de Estados Unidos contra la humanidad”.
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