Entrevista a Sally Burch, directora de la Agencia Latinoamericana de Información (ALAI)
Caroline Betemps y Soraya González
Diagonal
Sally Burch lleva 25 años afincada en Ecuador. Desde el nacimiento de ALAI ha participado en diversas plataformas de comunicación de los movimientos sociales aportando una perspectiva de género.
La Agencia Latinoamericana de Información (ALAI) nació a fines de los ‘70 y ha tenido como prioridad ser un organismo de comunicación, no sólo de información, que apuesta por fortalecer las redes sociales en tres niveles: producir información que sea útil para los procesos sociales de América Latina y el Caribe; estimular las iniciativas de comunicación propias de los movimientos sociales e incidir en las políticas públicas para democratizar la comunicación.
DIAGONAL: ¿Cómo se ha ido transversalizando la perspectiva de género en estos tres ejes?
SALLY BURCH: En este proceso, una de las inquietudes ha sido siempre el trabajo en común con el movimiento de mujeres o movimiento feminista, y a principios de los ‘90 se creó el Área de Mujeres ALAI. Hubo todo un trabajo a inicios de los años ‘90, cuando estábamos entrando en las nuevas tecnologías y las veíamos como un reto estratégico y no simplemente como una herramienta.
Queríamos generar una sensibilización en las organizaciones de mujeres. Las nuevas tecnologías eran una herramienta idónea para el trabajo en red. También era un reto el que las mujeres no quedáramos otra vez rezagadas en lo que era un nuevo desarrollo de la comunicación. Entonces lo planteamos como un reto estratégico para las organizaciones y, a la vez, organizamos todo un operativo de información en torno a la conferencia de Beijing [IV Conferencia Mundial de la Mujer, 1995].
Después, en conjunto con otras mujeres (como Redes de Mujeres Transformando la Economía o de Mujeres Lationoamericanas y Campesinas) impulsamos el debate entre géneros y diversidades en entornos de convergencia social, como el Foro Social Mundial. Entendíamos el respeto a la diversidad no como el “yo te tolero, tú me toleras” sino tratando de generar una nueva visión que integrara diferentes componentes, donde las propuestas de las mujeres estuvieran presentes.
Este año se propuso hacer una Agenda de Comunicación y Género en la Minga Informativa para visibilizar sus acciones.
D.: Según diversos estudios sobre la representación de las mujeres en los medios, éstas siguen estando invisibilizadas y estereotipadas...
S.B.: Las mujeres tenemos que aprender a asumir el reto de estar en los medios pero creo que eso es una visión limitada. En los estudios que ha hecho la Asociación Mundial de la Comunicación Cristiana, la presencia de mujeres en relación a los hombres es del 20%. Si hablamos de mujeres de sectores populares, migrantes o minorías étnicas, la participación no llega al 2%. Pero es preciso ir más allá y no solo vernos como imagen en los medios sino asumirnos como actoras de la comunicación, como hacedoras de información y opinión. Igual de importante que estar en los medios masivos es hacer nuestros propios medios. Los medios comunitarios, alternativos o populares son un espacio para hacer resistencia e ir configurando otra comunicación. Y eso es muy difícil que se haga desde dentro del sistema.
D.:Crees que fue un aporte de los movimientos de mujeres el que hoy se discuta la comunicación como un ámbito más de discriminación?
S.B.: Sí, porque siempre insistimos en que la comunicación es estratégica, no hay que verla sólo como medio, sino como una vía de intervención en sí misma. Las mujeres tenemos que invertir en hacer nuestros propios medios, en estar en ellos y pensar estrategias de comunicación, no simplemente en tratar de abrir un espacito dentro de tal medio.
D.: En una conferencia criticabas al movimiento feminista dentro de la comunicación por centrarse en el trabajo específico de mujeres.
S.B.: Creo que los temas que ha priorizado el movimiento feminista son sumamente importantes y que hay que seguir luchando. Sin embargo, en América Latina se han abierto espacios para generar luchas comunes con otros movimientos, como el rechazo al ALCA, donde luchar en torno a un objetivo común permitió la permeabilidad entre las demandas propias.
Así, las propuestas de soberanía alimentaria o el rechazo a los transgénicos, por ejemplo, muchas veces partían de las mujeres, que son las guardianas de las semillas criollas. Y esto permitió ver que cuando estamos juntas en otras luchas se abren oportunidades. Pero hay sectores del movimiento feminista que han sido reticentes a entrar en esos movimientos más amplios. A mi modo de ver, eso es un error, pero cada movimiento decide sus prioridades. También ha ocurrido que un cierto sector feminista ha optado más por la participación en los espacios institucionales del poder, los consejos de la mujer, los partidos políticos, los gobiernos y no necesariamente en estar activos en otros movimientos sociales.
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